MANIPULACIÓN SILENCIOSA

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En el artículo anterior nos centramos en el concepto de conflicto interno, como una consecuencia de la “disonancia cognitiva”, o lo que es lo mismo: cuando se enfrentan lo que crees que debes de hacer (la razón), con lo que quieres (sentimientos) y con lo que puedes hacer (tus limitaciones).  Y si no lo interpretamos como una oportunidad para replantearnos las creencias y aceptar nuestras limitaciones, tendemos al “autoengaño” y, llevándolo al extremo, a la justificación de la manipulación de las personas que nos rodean, de forma consciente o inconsciente.


Esto puede ocurrirnos a nosotros, pero también podemos ser víctimas de aquellos que se encuentran en esas circunstancias y acabar siendo manipulados de forma silenciosa…

¿Cómo podemos reconocer a un manipulador emocional silencioso?

Hay dos claves muy importantes:


1. El manipulador emocional consigue lo que quiere haciendo al otro responsable. Por ejemplo, imaginemos que una pareja, Jaime y Clara están decidiendo donde pasar las vacaciones, en la playa o en la montaña. Supongamos que en este caso ella es la manipuladora y quiere ir a la playa, pero él prefiere ir al campo.

Entonces Clara se encargará de llevar al límite a Jaime para que al final claudique y decida ir a la playa por agotamiento... Y una vez en playa, a la primera queja de Jaime, ella se encargará de recordarle que él estaba de acuerdo, con frases tipo: “¿por qué dijiste que sí?, haber dicho que no, si a mí de daba igual…”. Haciendo a Jaime totalmente responsable de pasar las vacaciones en la playa y no en el campo.


2. Además, si en algún momento Clara se siente culpable porque ve que Jaime se aburre en la playa, buscará la forma de trasladar esa culpa a Jaime, para no sentirse mal consigo misma.

El manipulador no quiere nunca ser el malo de la película, por eso Clara acabará haciéndose la víctima para que Jaime se sienta realmente culpable de no divertirse. Y cuando Jaime acabe pidiendo perdón a Clara, ella se sentirá aliviada, resolviendo su conflicto interno a costa de Jaime. Porque este es otro compartimento habitual de manipulador: ¡trasladar el sentimiento de culpa al otro para liberarse de él!


De una forma u otra el manipulador buscará siempre resolver sus conflictos internos a costa de la persona manipulada. Y para no sentirse “el malo” se hará la “víctima” en todas sus relaciones, justificando sus comportamientos y sus malos pensamientos…


¿Os suenan este tipo de situaciones? Es posible que no exista maldad consciente, pero desde luego hacen daño. Pueden llegar a desestabilizarte emocionalmente, a bajar tu autoestima y a destruirte, abocándote a una depresión.


Y podemos encontrarnos con manipuladores emocionales en cualquier entorno de nuestra vida: en el trabajo, en la familia, entre amigos, en las relaciones de pareja, etc.  ¿Has identificado a alguno?


Permanece alerta y protégete de este tipo de relaciones tóxicas.




Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

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