EL CAMIÓN DE LAS VACUNAS

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Foto tejar (1)

Abelardo es camionero y buen amigo desde hace ya muchos años. Me cuenta su Nochebuena, metido en la cabina de su camión junto a su compañero y otra pareja española. ¡Somos cuatro, así que cumplimos con las medidas de número de comensales! Y, prácticamente, somos de la misma familia: los camioneros.

La policía británica nos abasteció de bocadillos y agua. Con eso, cuatro patatas precocinadas y un par de huevos –que a veces son más de dos huevos– hicimos un revuelto. Nos tomamos un café y,  tras salir a orinar a veinte metros del arcén, nos dormimos escuchando una emisora de radio que emitía uno de esos programas “congelados” para estas noches especiales.

“Me harté de decir –prosigue Abelardo– en inglés, important merchandise, en francés suena parecido, pero al revés, marchandise importante, pero ni caso. Las naranjas o primeros fresones de Huelva pueden esperar, pensaron los gendarmes. Lo primero es lo primero, sin PCR no se puede pasar. Sin PCR no se puede regresar a España. Lo siento. Sin PCR...

Pasaron los días y mi amigo Abelardo me escribía algunos guasap: sigo en la cabina…Todo sigue igual: agua, café, bocatas y tiempo hueco.

Hoy, 28 de diciembre, me acaba de escribir desde el paso fronterizo entre Francia y España. “Por la noche llegaré a Madrid”.

Pero la inocente suerte del 28 de diciembre quiso que nos reencontráramos hoy mismo en Arcos de Jalón.

- No sé qué ha pasado, creo que me he dormido. Tantos días sin descansar plenamente, tanto estrés de Nochebuena sin familia, tantas ganas de ver a mis hijos…Lo último que recuerdo es el cartel: Arcos de Jalón, 4 km.

- Lo importante –intento consolar a mi amigo– es que estás bien. Solo ha sido el susto y el destrozo de la caja al volcar.

- Intenté decirlo, pero nadie me escuchaba…Nadie me hizo caso. ¡¡¡Yo transportaba las primeras vacunas para británicos y franceses!!! Pero…

- Pero han llegado a la comarca del ALTO JALÓN. Como cuando volcaba un camión de latas de espárragos en las curvas de Somaén, lo que está en la carretera es para quien lo recoge. Las dosis estaban en buen estado y entre todos los sanitarios de la zona nos han vacunado a toda la población. Primero nuestros mayores, por supuesto. Unos en la Plaza de la Estación, el Polideportivo o la Plaza de Toros; otros, bajo el Arco de Medinaceli; los vecinos de río en el claustro del Monasterio de Santa María de Huerta: otros, en el Castillo de Monteagudo… Ahora ya estamos todos vacunados.

Abelardo despertó súbitamente. Ya era de noche. Veintiocho de diciembre. Miró a la carretera y a su izquierda a su compañero conductor.

- Solo ha sido una cabezada, Abelardo, sigue durmiendo, sigue soñando…

Abelardo, buen camionero y amigo, deberías haberte llamado Inocente o Herodes, según se mire.

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