LA COLONIZACIÓN EXTRACTIVA DEL MUNDO RURAL

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Aceredo


Campo, pueblo, aire puro, naturaleza, fiestas patronales… vacaciones, es lo que vemos los urbanitas cuando trasladamos nuestra realidad agitada a los mansos espacios de la ruralidad, pero detrás de la visión bucólica de lo rural hay otra menos amable que no conocemos o que obviamos: páramos desiertos, calles vacías, pueblos fantasma con pocas, o ninguna, luz que marque el ritmo de un hogar, de vida.

Demografía, despoblación…palabras que de pronto parece que se ponen de moda, problemas viejos que nos parecen nuevos, no es más que la crónica de una injusticia.

La injusticia del sistema colonizador, o neocolonizador, que extrae, inmisericorde, los recursos de un país para alimentar las fábricas, la producción, el consumo de otros…lo toleramos pero eso tiene un nombre: rapiña.

Tan sangrante, o más, cuando aplicamos ese sistema de colonización extractiva dentro de nuestro propio país; Sí, porque el mundo rural en España ha sido, y es, víctima de un sistema que no lo veía sino como fuente de recursos, un lugar donde la materia prima era abundante y barata, un saco sin fondo de dónde coger sin devolver nada. Y no me estoy refiriendo solo a la agricultura, al menos en este caso la PAC ha equilibrado mínimamente la balanza, si bien era la única manera de evitar el abandono de las explotaciones y de paso potenciar la industria pesada, maquinaria, y la química: abonos, sulfatos...

Pero hay más: la minería, las canteras alimentaban los altos hornos, las fábricas, la construcción prácticamente a coste cero, el valor de la extracción, y cuando se agotaban o se hacían menos rentables simplemente se iban dejando enormes surcos en el paisaje…y en las personas, solo sombras desechadas como una prostituta vieja.

Y más, energía que mueve lo urbano: pantanos que se comieron comunidades rurales, y ahora parques eólicos, tan ecológicos, rompiendo un paisaje que como es de todos no es de nadie.

Y carreteras, y ferrocarriles que pasan pero no paran, sirven para unir grandes ciudades como si lo que hay en medio fuera un hiperespacio inexistente, incomodo, cuya única función es servir de fondo de pantalla a las ventanas.

Y más… ¿Y todo eso a cambio de qué? De nada o prácticamente nada, unos servicios públicos inexistentes o escasos que no son gratuitos porque en los pueblos se pagan los impuestos exactamente igual que en las ciudades: una sanidad lejana y cara porque el médico no te cobra pero el taxi sí, una educación casi inasumible, la matricula, cara, se torna ridícula ante los gastos de sacar un hijo a estudiar, y no hablemos de WIFI, de nuevas tecnologías, de simple telefonía…que me entra la risa; a la población rural se la está tratando no mucho mejor que a pobres colonos tercermundistas.

“Porque nos sale muy caro” claman los administradores de lo rentable, sí muy caro: ¿Cuánto vale el pan que te comes, el aire que respiras, el agua que bebes, la luz que te ilumina? Todo eso lo tienes, barato, porque nadie te pasa la factura real. 

   EL COCHERITO LERÉ
   DESPOBLACIÓN: LA CAMPANA HUECA

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