UN HOMBRE DE HONOR-ALMALUEZ 1823

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En la primavera de 1822, España vive, para variar, una auténtica guerra civil entre liberales y absolutistas, que tuvo especial relevancia en Cataluña y Navarra. En Manresa, la situación llegó a tal grado que Antoine Rotten, gobernador militar de Manresa y más tarde Capitán General de Cataluña, ordena fusilar a 24 ciudadanos, entre ellos varios sacerdotes.

Ildefonso Gonzalo Morón, nacido en Almaluez, hacia 1780, es nombrado en 1821 juez de primera instancia de la ciudad de Manresa. No queda muy claro si el caso que a continuación relatamos, tal como lo narra su hijo Fermín, tiene que ver con estos 24 fusilados, o es un caso anterior. En ese clima de tensión, Ildefonso tiene que juzgar un caso de conspiración, “y en ello hay varios frailes implicados”.

Rotten, el que más tarde sería, como dijimos Capitán General de Cataluña, se pone en contacto con nuestro protagonista, para comunicarle que al menos uno de los frailes tenía que ser fusilado. Ildefonso, con gran valentía y honor, le responde que “no reconoce su autoridad y por nada iba a apartarse un ápice de la justicia, mandando a la muerte a un inocente".

Nuestro admirado juez sabía a lo que se atenía, como así fue. El salvaje Rotten, mandó fusilar a nuestro hombre de Almaluez, pero afortunadamente salvó su vida in extremis, por la intervención de algunas autoridades.

Después de esta terrible experiencia paso a Barcelona, y cuando el 4 de noviembre de 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis toman la ciudad, huye con su familia en en una barca hasta la cercana población costera de Masnou.

Muy probablemente, hacia el mes de diciembre de ese año de 1823, cansado de tanta penuria, se vuelve a su pueblo, Almaluez. Es muy enternecedor, como describe la llegada al pueblo su hijo, Fermín:” Cuando su abuelo en Almaluez, vio venir a su hijo (Ildefonso, padre de Fermín), la alegría de mi abuelo fue tal, que a los pocos días murió, según la opinión general, por el contento de ver a su hijo y familia".

Sigue relatando su hijo, sobre la estancia de su padre en el pueblo: “Fue querido y respetado, siendo consejero nato y gratuito de sus convecinos. Su fama como abogado se extendió por Soria y Guadalajara, llegando a ser asesor de las principales villas".

Al tiempo pasó el Obispo de Sigüenza por Almaluez, Manuel Fraile. Buen amigo de Alfonso, lo convenció para ir a Sigüenza. Así nuestro protagonista arrienda sus tierras en Almaluez y se fue a Sigüenza.

En Sigüenza fue primer abogado de la ciudad, pero como nos narra su hijo, la cosa estaba tan crispada que “muchas noches tuvieron que pasarlas en el Alcázar del Obispo, para protegerse de las facciones.”

Fue nombrado segundo alcalde mayor de Valencia, donde falleció en 1837.Fue también asesor de la Junta de Soria, durante la Guerra de Independencia. Por eso cuando le nombraban a Napoleón: “Mi padre abandonaba sus dulces y tranquilos hábitos y se ponía lívido de cólera”.

La Audiencia de Cataluña, el 23 de diciembre de 1822, resaltó el buen hacer de siete jueces, que sobresalen por su labor por encima de los demás, en el territorio catalán en esos convulsos momentos, entre ellos figura, nuestro juez.

Hoy un pequeño obelisco conmemora, el lugar donde fueron fusilados, los 24 de Manresa, cerca del municipio de Sant Salvador de Guardiola. En el figuran los nombres de los fusilados, entre los que afortunadamente no estuvo, Ildefonso. Los cuerpos fueron trasladados a la basílica de Santa María de Manresa.                                                                                                                                                                              Lo más curioso de esta historia es que el realmente famoso en esta familia es el hijo, Fermín Gonzalo Morón, político, historiador, abogado, escritor, y que, gracias a él, conocemos a su abuelo, que se desvivía por las gentes de Almaluez   y a su padre, el desconocido juez de Manresa, este gran hombre de honor que no consintió llevar a la muerte a un inocente, aun a costa de su propia vida.

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