¿POR QUÉ NO PENSAMOS EN ELLO?

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Empezaré hoy diciendo que me siento a escribir algo enfadado. Parece que venimos al pueblo de vacaciones y nada más bajarnos del coche y pisar el suelo, ya nos hemos olvidado de tomar precauciones. Mascarillas al viento, abrazos y besos, bien de fiesta por la noche... ayer a las siete de la mañana en Arcos de Jalón cualquiera diría que había restricciones y acabamos de pasar un brote que nos puso, hace menos de un mes, la incidencia en 1.500 contagios por cada 100.000 habitantes. Pero no pasa nada, tenemos asumido que con la vuelta al cole, tendremos nuevas restricciones, cierres y lamentaciones. De lo que no parecemos ser conscientes es de las mutaciones que realiza el virus en cada transmisión. En una de estas, la campaña de vacunación va a quedar sin efecto y empezaremos de cero, no terminando nunca de salir de este agujero del que parece que no queremos escapar ni las personas ni las administraciones. Con tal de pasarlo de miedo, volveremos a temer por la vida de nuestros mayores. ¿Por qué no pensamos en ello?

Por otro lado, actuaciones, conciertos, presentaciones... este fin de semana ha estado repleto de celebraciones culturales en nuestros pueblos. El Alto Jalón al completo programa más eventos en una semana que en todo un año, al calor de la visita al pueblo de los hijos que se nos marcharon. Bien es cierto que aprovechamos su visita para hacer más rentable el desembolso en artistas, pero no nos quejemos luego de que no vengan un fin de semana de invierno cuando no tenemos nada que ofrecer. Si pudiéramos tener más opciones sostenidas en el tiempo, podríamos atraer visitas que no vengan "del ciento al viento" e incluso a nuevas poblaciones, que verían en nuestros municipios un lugar donde poder vivir y no solo válidos para venir a disfrutar de dos semanas de cuento. Parece que como no vienen a vernos más que en verano, queremos ofrecerles todo lo que tenemos, pero yo estoy convencido de que vendrían más en invierno si programásemos cosas interesantes que les hagan mirar durante todo el año al pueblo. Así, el bar de la esquina podría tener todo el año un camarero, que para cuatro días de verano, al dueño no le salen las cuentas. En la panadería podría haber otro dependiente, que para una semana de más ventas, contratar a alguien no le renta. Surgirían algunos negocios más seguramente... En definitivas cuentas, el veraneante no se tendría que quejar de que tiene que esperar para que le atiendan, como si no hiciera colas en su ciudad, y no tendrían la sensación los que vienen de fuera a pasar unos días, de que aquí cerramos la tienda y el bar en cuanto se vuelven a sus rincones. ¿Por qué no pensamos en ello?

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