EL MALETERO DE PEPE CABRERA

|

Hay personas, hay amigos que nos acompañarán siempre. Independientemente de que estén, o no, entre nosotros. Su legado en forma de cariño, vivencias, consejos, compañía, amistad…vida en estado puro, latido infinito después de dejar de latir el corazón. Nos has dado tanto… Nos dejas tanto… que habrá que repartirlo, le dije ayer a tu hermano. Me refiero al maletero, Pepe. Ese mágico espacio para que los niños se llevarán un juguete, un pantalón de deporte del Madrid, un rompecabezas, unos bolígrafos, una libreta, una muñequita… ¡Y qué sonrisa lanzabas al abrir el maletero y ofrecerles el juguete! Y los papis les decíamos, “dale un beso a Pepe”. Y fruncías el morro y se te movía el bigote, contento, satisfecho, feliz… Tan feliz como tú nos hacías a quienes te rodeábamos.

Y a los mayores nos sorprendías con cualquier detalle, igual después del mus que a las seis de la mañana. O cuando necesitábamos cualquier cosa insospechada, también decíamos “igual Pepe tenga algo en el maletero”.

Un maletero tan grande como tu corazón, tan auténtico y repleto de cariño como el que dabas. El maletero siempre dispuesto a echar una mano, a decir “aquí estoy yo para lo que haga falta”. Has acudido a todas las llamadas, nos has acompañado en hospitales cuando estábamos enfermos, a sacarnos sonrisas en momentos felices y desoladores. Has estado siempre. Seguirás estando. Y el maletero nos lo repartiremos, como buenos amigos, como tú hubieras querido, a cada uno lo que más falta nos haga. De momento, nos hace falta un poco de tiempo, este tiempo helado, ya casi de invierno, que encostre la herida de tu falta repentina, un poco de tiempo para atrevernos a abrir tu maletero con una enorme sonrisa, ya sin lágrimas en los ojos, orgullosos y agradecidos por haber sido tus amigos. Gracias por tanto. Te queremos, Pepe.

Comentarios