TENEMOS LA CABEZA PARA ALGO

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Quien me conoce sabe que soy una persona desenfadada y hasta incluso algo despreocupada. Mis amigos saben bien que no soy de esos que se pasa la vida pensando en los problemas y que los agobios no van conmigo, que soy más de intentar cambiar las cosas que no me gustan que de quejarme de que están mal planteadas. Sin embargo, y más en los tiempos que corren, a uno por la cabeza no para de pasarle la misma pregunta y la convicción de que, si todos nos la hiciéramos de la misma forma, la vida estaría algo mejor organizada.


Nos hemos acostumbrado a no preguntarnos el por qué de nada. Vivimos avasallados por informaciones a todas horas que nos responden lo que queremos oír, sin necesidad de que la verdad sea lo que calme nuestro ansia de comprender las cosas. Estamos hiperconectados y los mensajes nos calan hondo, más que nunca ahora que los teléfonos móviles están todo el rato enseñándonos notificaciones, enviándonos impulsos desde la palma de nuestra mano directas a nuestras emociones. Nos surgen preguntas, pero son tantas las informaciones que nos llegan, que no nos percatamos de la importancia de buscar por nosotros mismos las soluciones sin dejar que nadie nos limite las opciones entre las que encontrar una respuesta correcta.


Para ejemplos, botones. ¿Por qué la electricidad es tan cara y solo se plantea otorgar permisos para mega centrales solares o eólicas de las grandes compañías eléctricas, que destrozan nuestros medios de vida? ¿Por qué no poner una placa solar en el tejado de cada uno de los españoles para que no haya necesidad de comprarles la luz a ellas? ¿Por qué las decisiones que se toman siempre benefician a las grandes corporaciones y el ciudadano sigue pagando peajes? ¿Por qué no se hace nada para facilitar que todas las viviendas se autoabastezcan, que tengan buenas calificaciones energéticas, y así no sigamos esquilmando los recursos de la Tierra? ¿A quién le interesa que sigamos en estas condiciones? Piensa.


¿Por qué de vez en cuando hay una oleada de comunicaciones sobre ocupas que se meten en nuestras viviendas? ¿Por qué casualmente esto ocurre antes y durante los periodos de vacaciones? ¿Por qué tras cada noticia de estas hay un anuncio de alarmas, sistemas de seguridad o vigilancia? ¿Por qué solo se habla de que te ocupan la casa para que pongas tu alarma cuando la inmensa mayoría de las ocupaciones se producen en viviendas propiedad de bancos y grandes fondos de inversiones? ¿A quién le interesa denunciar este problema mientras se obvia que hay cientos de familias sin opciones de tener una vivienda digna como garantiza nuestra Constitución? Piensa.


¿Por qué llegadas las Navidades, en plena ola Ómicron, nadie nos contaba con certeza que el test de antígenos no vale para nada si no tienes síntomas? ¿Por qué el farmacéutico no te dice que no lo compres si no estás enfermo, que no sirve para que vayas tranquilo a ver a tu abuelo? ¿Por qué no se ha regulado el precio por parte del Gobierno hasta que se ha pasado la fiebre por hacernos un test cada vez que queramos vernos? ¿Por qué no se ha dado alto y claro el mensaje de que un test de antígenos solo sirve para descartar que tengas la Covid-19 cuando estás enfermo, pero no para quedarte seguro si te sale negativo de que no tienes el bicho dentro? ¿A quién le interesaba tanto venderlos y poder poner el precio que quisiera? ¿Por qué se metió tanta prisa y miedo con que se estaban agotando para que fuésemos a comprarlos corriendo y nos llevásemos un saco? Conozco gente que ha pagado hasta veinte euros por uno de ellos en vísperas de juntarnos. Ahora ya tienen controlado el precio. ¿Han servido para algo más que para gastarnos el dinero? Estamos igualmente todos contagiados... Piensa.


Y ahora la sexta ola ya se acaba mientras los virólogos siguen avisando... pero el virus ya no se contagia durante diez días, ahora solo son siete, que hay que volver al trabajo. Piensa, que tenemos la cabeza para algo.


Feliz semana altojaloneras y altojaloneros



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