CALAMARES, DEBATE Y ENSALADA DE TOMATE

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El Residente


      Un verano como este o cualquiera de estos últimos, en una de esas terrazas de un bar en primera línea de playa, la televisión da un debate de nuestros políticos, sobre algo que nos concierne a todos y que a ellos les entretiene.


       Los lideres de los distintos partidos se cubren mutuamente de improperios, mientras los camareros sirven las mesas, lo más profesionalmente que permite el fuerte calor y el apiñamiento.


      En esta terraza, como en cualquier otro chiringuito de nuestras costas, estamos gentes de todas las ideologías con nuestros problemas a cuestas, esos que no parecen ser los de ellos; comemos, bebemos, buscamos algo de placer en pleno corazón del verano.


    Cada uno a lo nuestro, ellos a lo suyo, unos se insultaban, otros pedíamos más cerveza, más calamares, más vino…. Disfrutábamos del momento, mirábamos al mar, mirando sin ver a los bañistas y oíamos sin escuchar cómo se insultaban nuestros ignorados lideres políticos.


       Era evidente que esa política no tenía nada que ver con la vida. Esa inquina, ese odio, no se correspondía en absoluto con la alegría de vivir que exhibía la gente sencilla.


      Nadie en la terraza seguía el debate con interés y, mucho menos nadie parecía dispuesto a cambiar esas ofensivas palabras por una buena ensalada de tomate.


      ¿ De dónde sacan nuestros políticos, tanto de izquierdas como de derechas tanto veneno?......Esa rabia descontrolada no se encuentra en la calle, solo entre descerebrados y memos. Los españoles no somos como nuestros políticos, no somos tan irresponsables, en general tenemos nuestro trabajo, nuestras familias y no odiamos al que no piensa como nosotros.


      Pensamos en lo que pasa a nuestro alrededor, lo que concierne al vecino es, aunque no queramos asunto nuestro, y si él y yo, aunque no pensemos igual, nos escuchamos, sonreímos y estamos contentos, el vecindario y los que viven con nosotros estarán más felices.


       Pero parece ser que, para nuestros políticos, la descortesía y las malas formas son su tarjeta de visita en sus relaciones con el que no piensa como ellos, dicen no estar para zarandajas y no tener tiempo para perder el tiempo.


       Con estas actitudes presumen de ser más de “ verdad”, “más auténticos”……a mí en cambio me parecen intransigentes, vulgares y groseros, en resumen, gentes sin capacidad de entendimiento.

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