LOS CUENTOS

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El residente


       Un buen día cuentas a tus hijos o a tus nietos su primer cuento antes de dormir. Desde entonces, noche tras noche exploráis juntos un mundo interminable de aventuras y fantasía. En vuestro ritual nocturno, con sus ceremonias y su liturgia repetida querrías llevarle a recorrer los parajes más íntimos de tus propios paisajes, tus autores preferidos, tus héroes más queridos.


       Pero el niño reclama una y otra vez sus historias recién aprendidas, vigilando que no cambies ni una sola palabra: la libertad está aprendiendo a hablar.


       Durante siglos, la niñez fue una edad sin voz, un tiempo de silencio entre los adultos, les alimentaban, pero se les consideraba seres incompletos, bocetos de futuro se reparaba en ellos lo menos posible. Esa indiferencia seguro que vendría dada por la altísima tasa de mortalidad infantil: era una estrategia emocional para evitar el apego y el dolor.


        Con los avances de la medicina, la higiene y la alimentación cambia la mentalidad. Eminentes psicólogos comienzan a subrayar la trascendencia de esta etapa en la formación de la personalidad. Con el paso del tiempo y esta nueva perspectiva, hoy es un signo de sensibilidad y formación afirmar que, mantienes vivo el niño que llevas dentro.


        Una vez conquistada esa cabeza de playa, no podemos perderla y para ello no hay mejor herramienta que esos viejos cuentos que pasan de padres a hijos y que algunos de nuestros antepasados protegieron como un tesoro guardándolos en altas estanterías o en el saber popular. Esa colección de cuentos con tapas de cartulina, hojas casi sin palabras y muchas ilustraciones.


      Desde esos cuentos te hablaban zorros con gafa, ogros de un solo ojo, hadas , lobos feroces. Con esas historias aprendimos el: “ fueron felices y comieron perdices” ( sin duda un guiño glotón a las carencias de aquellos tiempos). Quien creó esos cuentos, sabia que la letra entraría no con sangre, sino con sueños.


        Con el tiempo va llegando la animación, el movimiento, el cine…. este al principio es mudo, como debían ser los niños, crecer sin molestar, pero ya en esas imágenes ya existía la llamada al asombro…..la magia que late desde siempre en los relatos susurrados alrededor de la hoguera, el poder de la imaginación. Hoy la imagen es el presente y lo virtual el imprevisible futuro.


          Contar cuentos cada noche sigue siendo un rito mágico: “ En la vigilia del sueño, los niños descubren las palabras, se mecen con ellas y sin darse cuenta escapan del silencio”.

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