LOS CASTORES DEL RÍO JALÓN

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David Fernández, guía de esta semana, enseñándonos cómo talan los árboles los castores para que caigan al río.


La semana pasada nos pusimos las botas para visitar el yacimiento de Arcóbriga. Volvemos a alzar la voz, que hace falta, sobre la situación de este lugar que es germen de nuestra civilización y que debería ser el corazón del patrimonio histórico de la comarca del Alto Jalón. Ni un camino de acceso digno, no digamos una señalización... dejado de la 'mano de Dios' se encuentra el yacimiento que Alberto Gonzalo enseña y conoce como la palma de su mano. Con sus narraciones se levantan los muros y descubrimos habitaciones, teatros, juzgados, calzadas... y unos pozos cuadrados que llevan a discusiones a Alberto con su amigo 'el fontanero bilbilitano', pero arcobrigense de nacimiento, que nos diseña en el viento de aquel alto, la red de viaductos y canalizaciones de madera que según sus observaciones recorría Arcóbriga.

Esta semana #MePongoLasBotas para seguir reclamando atención hacia las riquezas de nuestra zona que son dignas de conocer. ¿Sabías que por tener, tenemos hasta castores? El río Jalón se ha convertido en el hogar de estos roedores que vuelven, tras dos siglos, a realizar sus construcciones en las aguas de la comarca. La historia de estos castores es digna de mención larga y se parece a la de cualquiera que en esta tierra se haya. Aquí nadie es de fuera. En 'la Raya', zona de frontera, forasteros que se quedan se convierten en uno más si aportan al ecosistema. Y esto hacen los roedores que ahora pueblan el río.


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'Tobogán' que hacen los castores para entrar y salir del agua.


Hace millones de años que abundaban en España en las cuencas de los principales ríos. Su carne, exquisita en la Edad Media, su piel y sus glándulas, el castóreo, usado para alimentación y farmacia, les condenaron a extinguirse. ¿Sabíais que ciertos helados e incluso sabores de cigarros se hacían con castóreo? Las poblaciones se esquilmaron hasta no quedar uno solo en España. Tan sólo sobrevivieron unos pocos en centroeuropa, pero desde los romanos hasta Cervantes se documenta la presencia de estos bonachones roedores en la Península Ibérica.

Nos dirigimos subidos en nuestras botas de agua hacia Medinaceli, muy cerca del nacimiento del Jalón. Allí, entre tierras de cereal a escasos metros del río, un chopo caído en el sembrado nos advierte que han venido. "Este se les ha escapado. Siempre talan el árbol para que caiga en el río y usarlo para hacer su presa, pero seguro que el viento lo ha tirado al revés y les ha fastidiado", nos comenta David, nuestro guía en esta ocasión y quien nos cuenta la historia de emigración del castor ocelitano. "Estos han venido pidiendo asilo político", nos dice David, alarmado ante la posibilidad de que alguien quiera cazarlos. Para tranquilidad de todos voy a informaros que, desde el año pasado, el castor figura dentro del catálogo de especies amenazadas en España, por lo que su holocausto ha sido detenido.

El castor europeo fue reintroducido en España de manera ilegal. Lo trajeron sin papeles, escondido, y lo dejaron sin más en el río Aragón, en Navarra, próximo a la desembocadura con el Ebro. Y allí estaban, una noche oscura de 2003, venidos desde Alemania, en una tierra nueva donde antes habitaban, pero solos y sin saber el idioma. Nueve parejas de castores en un lugar donde nadie les esperaba. El castor es una especie monógama y fiel, que no se separa de su partener hasta la muerte. Unas parejas viajaron hacia La Rioja y otras hacia Aragón, decidiendo una de ellas probar suerte y subir el Jalón. "Primero llegó el macho, seguramente explorando y luego, pasado Somaén, se juntaron e hicieron su primera presa en territorio de Castilla y León, donde ya estaban a salvo", nos explica David. 

¿Por qué estaban a salvo una vez pasada la frontera? En Aragón, al descubrirse árboles talados, presas y toboganes por los que descienden al río, se les pidió los papeles. Como habían venido sin vacunas ni controles, se les declaró invasores y, por tanto, el enemigo. Se organizaron capturas y hubo 26 ejecuciones. Por suerte se habían reproducido y algunos escaparon de las persecuciones. "Por eso han venido, aquí las legislaciones no les contemplaban y han sobrevivido", dice David. 

La casa que se hicieron en Somaén no les debió resultar cómoda. El aumento del nivel del agua, a la misma hora cada día por la apertura de la presa del Río Blanco, inundaba el salón de la señora y el señor castor sin que pudiera remediarlo. Eso pareció obligarles a subir algo más el río, y nada más pasar el puente donde desemboca el Río Blanco, construyeron una nueva presa cortando varios troncos de árboles. David tiene claras las razones de que ya no estén ahí y ahora hayan hecho su presa en Medinaceli: "Las últimas riadas les han estropeado la presa y se han subido más arriba para asegurarse de que no les vuelva a pasar".


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Los incisivos del castor nunca paran de crecer, de ahí su capacidad para cortar la madera.


Tiene toda la lógica pensar que el castor ha venido huyendo de una realidad de persecución y fusilamiento. Vino sin papeles al país. Habrá tenido seguro que saltar más de una valla. Habrá escapado probablemente de mil batallas y, cuando se ha llegado a establecer y pide asilo político, su campamento se ve arrasado por un desastre natural. Solo faltaría ya que todavía estuviera perseguido. David se va a alegrar al saber que está protegido y que a quien venga, le podremos enseñar cómo construye sus presas-nido. Podremos colocar cámaras de visión nocturna y estudiar su comportamiento en el río. Podremos traer colegios para que lo vean los niños. Seguro que, además, la vida acuática crece más y hasta puede beneficiar a algún ave que está en peligro. Ha sido muy bonito comprobar en vivo el comportamiento de este animal. Observar como sus dientes, que nunca dejan de crecer, se comen árboles de pocos mordiscos, pero vuelven a brotar en poco tiempo por la forma 'natural' que tienen de talar. Un instrumento más que utilizar para poner en valor el turismo de naturaleza en nuestra comarca.

En este paseo por esta zona del Jalón, el cañón es singular por su rojizo color y los huecos de sus paredes, donde las aves rapaces sobrevuelan constantemente. El río nos enseña cangrejos, truchas e incluso unos cormoranes que se han atrevido a venir por aquí. Las huellas de jabalíes y corzos son visibles hasta para el menos experto y fijándonos un poco en todo, piscinas saladas, pueblos abandonados, posadas, fortalezas, castillos, restaurantes, personas que saben enseñarte cualquier rinconcillo, cuevas espectaculares, vías de escalada, barrancos y cañones, cascadas... Aquí algún 'pillo' monta una senda caminable por la ribera del río, con carteles informativos y guías virtuales... quizá se pueda hacer rentable tener esta maravilla de río y la vida que atrae.

La semana que viene nos pondremos las botas de nuevo reclamando que hay lugares en nuestra comarca que pueden ser tesoros si se les mira y mima. Abrazar nuestros recursos lo es todo en este momento de la historia. El mundo rural es una veta de oro que podemos rentabilizar de dos maneras: Puliéndolo y sacándole birllo, cuidándolo y mimándolo, poniéndolo en valor y atrayendo a la gente para observarlo; o usando dinamita, poniendo minas de magnesita o mega vaquerías que lo arrasen todo. Hasta la semana que viene.


   EL YACIMIENTO DE ARCÓBRIGA
   EL CAMINO REAL, EL CASTILLO DE JUBERA Y LA VIDA EN EL PUEBLO
   LOS PUEBLOS ABANDONADOS DEL ALTO JALÓN: AVENALES
   EL CASTILLO DE MONREAL DE ARIZA
   EL EMBALSE DE MONTEAGUDO DE LAS VICARÍAS
   LA LEYENDA DE LOS TOROS DE SANTA TERESA DE JUDES
   RUTA POR LOS PUEBLOS ABANDONADOS
   EL POLVORÍN DE JUBERA Y LAS MINAS DE VELILLA
   EL CASTILLO DE BELIMBRE Y LA VENGANZA DE ZULIMA
   OVETAGO Y LA LEYENDA DE RÍO BLANCO
   EL MURÓN: EL VALLE DEL JALÓN A VISTA DE PÁJARO

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