ENTRE EXTREMOS

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El residente


       Los postulados de Euclides, padre de la geometría, se siguen estudiando en las universidades después de más de 2000 años de historia, y sus elementos de rectas, segmentos y equidistancias son aplicados hoy por los ingenieros y arquitectos de la misma manera que cuando se idearon.


       Según Euclides, la equidistancia es una relación fija en la mitad justa entre dos puntos extremos de un segmento. Este postulado, que en geometría es la consecuencia de una creación elegante y sutil de la mente, en política y en muchos comportamientos sociales es un término denostado porque se considera una representación tibia, débil y cobarde entre los dos extremos del segmento de las ideas.


       Este desprecio viene de lejos. Ya en el Apocalipsis, un Dios inflexible proclama: “Y así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Ser equidistante entre la izquierda y la derecha, el independentismo y el unionismo, el capitalismo y el comunismo, la fortaleza y la debilidad, es sinónimo de blandenguería, de falta de decisión….. pese a que en realidad es todo lo contrario.


       Si la equidistancia geométrica permite, en arquitectura, que la clave del arco absorba y distribuya las fuerzas de modo que edificios y puentes se mantengan en pie durante siglos, aplicada al humanismo consigue que toda nuestra sociedad se mantenga en un sutil pero firme equilibrio.


      Hay que tener mucha fortaleza interior para ser un equidistante. Esta dura conquista

del espíritu se ve hoy muy escarnecida, pero de la equidistancia deriva la moderación,

el rechazo a cualquier verdad absoluta, desde esa distancia, desde ahí, incluso es donde podemos medir el sentido del humor. Deja que los servidores fanáticos de los dioses de

hoy, de uno y otro extremo, te insulten. La equidistancia te hará escéptico, irónico y

amable. Es el eje esencial gracias al cual, no nos derrumbamos por dentro.

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