Anochece en tu pecho,
me he quedado dormido mirando las estrellas,
el estruendo del silencio acaso me haga soñar.
El puente siempre es necesario,
entre dos y solo dos,
entre la luna y el sol,
los ocres y el azul,
el mar y la caña de azúcar,
la furia y la quietud,
la ansiedad y respirar,
la cadena y la libertad,
un son y un ton,
entre la muerte y el sintrón,
la catarata y el pañal,
la flor y el puñal,
entre los oxidados remaches sin tornillos que te claven.
Puente de hierro estrellado,
haz que, al menos, demos un paso,
y nos muevan esos sueños,
y crucemos de lado a lado,
tan callados, tan vividos,
tan cerca del principio que el viaje apenas ha comenzado.
Y el sonido de los pasos resuena,
hay eco en el río seco,
gritos de cantos rodados,
la vida sigue cruzando
por este puente oxidado.
JALON
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