BUENOS POLÍTICOS Y POLÍTICOS BUENOS

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El residente


        Hace poco escuche una conversación en un bar dónde alguien denostaba la palabra buenismo. En política, esta acepción peyorativa de la bondad se creó para denunciar la pretendida hipocresía o la ñoñez de la izquierda con respecto a las políticas sociales: acogida de refugiados, asistencia de ancianos sin recursos, ayudas de comedor a desfavorecidos, sanidad universal, etc.


      La manera de conseguir que estas políticas bienintencionadas parezcan ridículas es calificarlas con un palabro que ensombrezca la bondad. Y deberíamos saber que sin esta mochila moral no pueden existir ni buena política, ni buenos políticos.


      De un tiempo a esta parte, reivindicar en serio la moral en política se ha convertido en una provocación. El motivo es que hemos separado de una manera sutil pero intencionada la moral de la política. Si a alguien se le ocurre decir en un foro de tertulianos que, para ser un buen político hace falta ser una buena persona, la reacción a derecha e izquierda no será un improperio, pero todos gesticularan como simios enjaulados y dibujaran una sonrisa sardónica tratando de disculpar su ingenuidad.


      Por supuesto la política y la moral son cosas distintas. La moral es privada e individual, mientras que la política es pública y colectiva. La moral atañe a los actos y se juzga por las intenciones de quien los lleva a cabo, mientras que la política concierne a la consecuencia de los actos y la solemos juzgar por los resultados que obtiene.


     Esto significa que una persona magnifica puede ser un pésimo político, pero no que la calidad moral de una persona sea indiferente en política. Resulta muy difícil, imposible diría yo, que una mala persona sea un buen político y generalizando aún más, un buen profesional.


     Es muy improbable llegar a lograr la excelencia si uno se limita a satisfacer sus ambiciones y alimentar su ego, si uno no es capaz de comprometerse con objetivos que superen las propias necesidades.


    Necesitamos principios morales, si se carece de ellos, se pude llegar a ser un profesional correcto, una persona casi conveniente…..pero nunca un político sobresaliente. 

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