EL MUSEO ETNOGRÁFICO DE PEDRO CABALLERO EN BORDALBA PROTAGONIZA EL TALLER RAÍCES DE LA ASOCIACIÓN ALTO JALÓN

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Bordalba (1)


La Asociación socio cultural Alto Jalón ha comenzado un año más el curso y ha puesto en marcha su Taller Raíces, proyecto para personas mayores de las zonas rurales compuesto por talleres de estimulación cognitiva y de memoria. En septiembre comenzaron las sesiones en Cabolafuente, Monreal de Ariza - La Granja y Bordalba, donde una visita inesperada al museo etnográfico de Pedro Caballero provocó esta semana recuerdos y anécdotas entrañables entre los mayores que acuden al taller.

A finales de julio se dio por finalizado el taller Raíces de estimulación cognitiva y memoria de la Asociación Alto Jalón. Con unas fotocopias llenas de dibujos de aperos, utensilios y herramientas de siglos pasados, las alumnas las reconocieron y recordaron sus nombres entre todas. Como designio del destino, esta semana al finalizar el taller del nuevo curso académico, se encontraron con Pedro Caballero y las puertas abiertas de su pequeño museo. "Nos invitó a pasar y allí estaban todos esos aperos restaurados y colocados con gusto", nos cuenta Mercedes Martínez, responsable del taller, que destaca que "en los pueblos las visitas inesperadas son fáciles, las puertas siempre las encontramos abiertas".

Cada pueblo tiene sus aperos tradicionales propios y en Bordalba encontraron herramientas para trabajar las viñas, el cáñamo, el trigo, la cebada, hacer morcillas y chorizos, aparejos para las mulas, bueyes y yeguas. Y además, para todas las labores que realizaban las mujeres, pudieron conocer la artesa, la panela, la cantarera, los cántaros, las lecheras, las planchas y hasta una de las primeras ollas express. Gracias a este trozo de historia de Bordalba, se demuestra como las mujeres no solo trabajaban en la casa, sino que tenían reservados otros trabajos en el campo como cuidar los animales de la casa, escardar (quitar las malas hierbas), trillar, hacer gavillas, etc. 

"Cada una de las integrantes del Taller Raíces recordaba lo que había en su casa, lo que aún nos queda en los graneros o las eras y aprendimos nuevas palabras y usos", señala Mercedes, que destaca que "recordamos historias que ya nos habíamos contado otros días, como la señora Apolonia, que a principios del siglo XX marchaba todos los días hasta Deza andando para traer las medicinas que le encargaban los vecinos y las vecinas por un celemín de trigo al mes de cada persona que le enviaba el recado". Así, vieron el celemín, un cajón de madera "en el que deben de entrar unos 4 kilos de trigo" nos cuenta.

La visita al museo de Pedro Caballero sirvió también a los integrantes del taller para recordar los hornos de pan comunal, en los que se llevaban a hornear la masa del pan de casa para preparar barras u hogazas que duraban días. A veces se daba harina a cambio por el uso de estos hornos y otras se dejaba algo de pan. Se apuntaba en la “tarja”, un palo en el que se hacía una muesca cada vez que se llevaban un pan.  Similar pasaba con las magdalenas, tortas, rollos y mantecados. Según las costumbres, tal y como relataron las participantes del taller, "los rollos para San Blas y San Pedro eran más elaborados. Los mantecados y magdalenas se hacían en San Pedro Mártir y la Virgen de los Santos. Por último, las tortas de uva se hacían para la vendimia", contaban.

Aperos y herramientas todas ellas de madera, metal, cañamo y cuero, algunas remendadas por pletinas de hierro, mangos cambiados, escobas hechas a mano, cerrajas que ha ido encontrando tiradas y a las que les ha fabricado a mano esas grandes llaves de los pueblos... Pedro ha encontrado maravillas que recoge en un museo etongráfico en el que adentrarte es recordar, rememorar, comprender y homenajear a las personas que habitaron los pueblos en momentos con pocas comodidades, pero que eran más comunitarios, algo que siempre recalcan las mayores participantes en el Taller Raíces: "antes había más solidaridad, más vecindad"

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