EL VALOR DEL ESFUERZO

|

El esfuerzo es un valor necesario para conseguir los objetivos que nos propongamos. Incluso en algunas culturas el esfuerzo se considera un valor supremo. En la nuestra, desde luego, es un valor en crisis…


Es esa capacidad que tenemos los seres humanos para luchar por lo que deseamos alcanzar y realmente es uno de los impulsores más importantes de nuestra personalidad, ya que condiciona nuestra actitud y nuestros comportamientos.


¿Cómo tienes tú este impulsor, alto o bajo? ¿Cuál sería el nivel idóneo para sentirnos mejor con nosotros mismos?


Lo ideal sería tenerlo ni muy bajo, ni muy alto. A un nivel intermedio. Pero para conseguirlo, primero necesitamos comprender y analizar los comportamientos típicos de este impulsor, cuando está muy alto o muy bajo, para que así puedas “auto chequearte”.


Cuando este impulsor está muy bajo, al menor obstáculo nos desmotivamos y terminamos dejando aquello que nos habíamos propuesto, buscando mil excusas para justificar ese abandono.

Pero como en el fondo nos sentimos culpables y frustrados, empezamos a soñar con que las cosas se solucionarán solas o por “arte de magia”, sin necesidad de que nosotros hagamos ningún esfuerzo... Una trampa mortal que nos lleva a desmotivarnos cada vez más ante el esfuerzo.

Cuando este impulsor está muy alto nos valoramos a nosotros mismos y a los demás por el esfuerzo que hacemos en cada cosa, lo que puede llevarnos a ser poco eficientes o resolutivos porque solemos complicarnos mucho la vida, ya que tenemos la idea de que, si no es complicado o no nos cuesta mucho esfuerzo, no tiene ningún valor.


Suele ocurrir que complicamos en exceso las cosas, pero luego necesitamos alardear del esfuerzo que suponen. Otra trampa que también nos lleva a la frustración y a no sentirnos bien con nosotros mismos.


Si no te has sentido identificado con ninguno de los dos comportamientos anteriores, ¡Enhorabuena! Pero si te has sentido identificado con alguno de ellos, como este valor es social y tiene que ver con la educación recibida, ¡puedes modificarlo!, cambiando algunos de los conceptos y creencias que tienes arraigados, para encontrar el punto intermedio.

¿Dónde está la clave? En estas dos palabras: “Esfuerzo” y “Resultado”.


Es necesario tomar conciencia de que en la vida existe una especie de “balanza” en la que el esfuerzo y el resultado siempre están equilibrados, cuando esto no ocurre le solemos llamar suerte o mala suerte (dependiendo de hacia dónde se decante la balanza).

- Cuando te centras más en el esfuerzo y valoras menos el resultado, estás desequilibrando el impulsor del esfuerzo hacia arriba.

- Cuando te centras más en el resultado y no valoras el esfuerzo, estás desequilibrando el impulsor del esfuerzo hacia abajo.

- Cuando damos el mismo valor al esfuerzo y al resultado, es cuando tomamos la decisión objetiva de la utilidad de dicho esfuerzo, o lo que es lo mismo, si vale o no la pena realizarlo.


Cuando esta decisión es consciente nos sentimos mejor con nosotros mismos y nos permite identificar aquellos objetivos por los que consideramos que vale la pena esforzarnos.




Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

Comentarios