​LALAG, UNA DE JUDES

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El silencio se come las piedras. El agua calmó la sed del viento. Las ramas de las sabinas son su último altavoz. Lalag vive desde siempre, veranos e inviernos, en el mismo sitio. Unos dicen que es única, por apellidarse Kárstica, singular, de Judes. Callada a la fuerza. Lanzó su teléfono móvil al fango del penúltimo otoño. Vive sola, a veces, seca. El vecino Piojoso le recuerda la leyenda de que cuando ella lo desliendraba, cada piojo se convertía en semilla de sabina. Y así, con su amor natural, comenzó todo. Aire, unas gotas de lluvia, unos rayos de sol, otros de luna. El teléfono sigue en el fango, cada vez más seco y hondo. Sin conexión… Lalag, una Negra, ahora es verde; Lalag, una de Ólvega, es mina y se llama Petra; Lalag, una de Cebollera, más riojana que soriana; Lalag, una de Monteagudo, que es embalse… Todo es parecido a lo que realmente es y diferente a lo que parece.


Lalag, una de Judes, misteriosa, cautiva de su propio fondo, esperando conexión de agua y wifi para seguir en el mismo sitio, empapando de silencios las piedras, mientras el rumor de las ramas de una sabina emite un indescifrable mensaje para la humanidad.


El otoño hizo las maletas rumbo a Madrid, Zaragoza, Barcelona, Arabia Saudí… Lalag, simple y mágicamente, una de Judes.

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