Cuando envejecemos, sin notarlo nos hacemos “cebolletas”, hurgamos en la memoria, rebuscamos en nuestra vida hechos que queremos creer excepcionales, únicos, acciones que nos hagan ser distintos de los que nos rodean y se parecen a nosotros; hechos que una vez recordados nos ayudan a admitirnos y pensar que hemos hecho algo que justifique nuestro paso por este mundo.
El anecdotario puede ser propio e incluso ajeno, pues en según qué foro se exponga, con algún retoque, puede adjudicárselo y apuntárselo el más simple de los mortales. En cualquiera de los dos casos, se suele novelar, adornar y exagerar.
No nos damos cuenta, pero resulta tan ridículo oírnos una y otra vez los mismos relatos, esas vivencias tantas veces repetidas que, solo buscan dar consistencia a lo que llamamos, “larga experiencia”……historias de la “mili”, hazañas deportivas, luchas políticas, amoríos, logros laborales,gamberradas…..casi siempre sin gracia, sin autocritica, sin ironía. En esas tertulias donde suelen abundar los carcamales, simplemente nos enmendamos el guion unos a otros, tratando de demostrar en cada intervención que, fuimos los que más o menos guardias hicimos; los que más o menos luchamos contra la dictadura; los que más o menos corazones rompimos; los que más o menos trabajamos; los que más o menos travesuras cometimos….. la puja puede ir al alza o a la baja……en ambos casos, Ufff , agotador y aburridísimo.
A esto se le llama recordar tiempos pasados, que algunos siguen pretendiendo que fueron mejores y desde luego más difíciles. En estas reuniones cuando todos los pájaros son del mismo nido puede resultar soportable, pero cuando hay aves migratorias o de otro plumaje, el cencerreo se hace insoportable…..pocos escuchan al que tiene la palabra, y solo esperan impacientes para aportar su fabulosa historia , que están seguros superara las anteriores y dejara impactados a sus contertulios.Hay historias que de tanto repetirse acabamos por no saber si son propias y las hemos vivido o, son del libro de otro. Casi nadie piensa en que pueda pasar algo interesante mañana o pasado mañana, todo esta vivido.
Estas tertulias suelen prodigarse más en verano, después de que han pasado unos meses sin vernos y por tanto sin disfrutarnos. Un tostón infumable que algunos pretenden convertir en su legado a la humanidad y acabar demostrando a los allí presentes, que sin duda: “ él es, el que la tiene más larga”.
Escuchar, mascar, hablar con criterio entre amigos viejos (no, viejos amigos) es complicado, tendemos a creer por la cantidad de años que llevamos respirando que eso puede resultar interesante y que estamos en posesión del mejor cuento, aunque no lo sepamos contar.
No solemos darnos cuenta de lo necios que somos cuando nos vemos inmersos en ese tipo de conversaciones que, solo parecen tener sentido para aquellos que han empezado a luchar contra el alzhéimer.
Relacionarnos, contar experiencias, debería ser algo divertido, no un relato eternamente repetido de efemérides infantiles. Tratar de hacer honor a nuestra lengua, empleando el recuerdo y la conversación para crear con las palabras puentes entre nosotros, agrupándonos alrededor del buen humor y sobre todo aprender a reírnos de nosotros mismos, cada vez que pensemos: …….. “ que somos el que la tiene más larga”
JALON
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