Cuentan que no hace mucho tiempo, es más creo que fue ayer, cuando un joven y curioso alumno, preguntaba a su anciano profesor, sobre, que es, lo que sienten las personas de forma innata y de que se necesitan convencer, para convivir con los demás.
Presumimos de: valor, generosidad, bondad, igualdad, espiritualidad , ¿nacemos generalmente con estos valores?.
Desgajo el anciano la pregunta y tras meditar unos segundos, acertó a contestar:
Ningún hombre o mujer siente el valor. En algunos momentos puntuales de la vida hemos de convencernos para vencer al verdadero sentimiento, el miedo. Ese si lo hemos sentido todos, ese que nos bloquea la mente y paraliza el cuerpo. No hay personas valiente, solo cobardes convencidos.
¿Generosos?.....¡ Bah!, vuelve tu vista a la infancia y cuanto más atrás, más fácil es descubrir, el verdadero sentimiento con que nacemos, el egoísmo. En la niñez casi se encuentra en estado puro, solo el paso del tiempo, la educación y la cultura social, en algunos casos trastoca este sentimiento, y convence a unos pocos, sobre la necesidad de compartir con los demás.
Cuantas veces los cenutrios que nos rodean, asocian la bondad a la debilidad, también es cierto que maldad ,se une sistemáticamente a crueldad, ni lo uno ni lo otro es totalmente cierto, pero estos términos antagónicos, no pueden existir el uno sin el otro y cuando prevalece la bondad, es, porque generalmente, estamos convencidos de que nada ganamos haciendo el mal.
¿Somos iguales? ….. La mayoría de nosotros nos sentimos seres especiales. Desde el mismo momento que alcanzamos a enlazar dos pensamientos seguidos, un sentimiento de especial singularidad llena nuestro ego, si no llegamos a completar tan ardua cuestión, a muchos, les vale con correr o saltar un poco más que los demás, para convencerse de su notoriedad. En este caso hemos de convencernos apoyándonos en la solidaridad y, este bastón no es del agrado de todos, pues está hecho de una madera llena de nudos que, a unos sostienen y a otros hacen tropezar.
La espiritualidad es más compleja, desde luego, no nace con nosotros, pero necesitamos dioses. Unos, porque pretenden prolongar sus acomodadas vidas en el más allá y otros, porque confían en que tantas miserias terrenas tengan compensación alguna vez en algún lugar. Reconozcamos , es egoísta y pretencioso, pero, desde el principio de los días, el hombre busco a otros hombres, a los que doto con algún rasgo divino; brujos, magos, sumos sacerdotes, hombres medicina, curas, monjes y algún meapilas más, estos explicarían, a sus congéneres más simples y sencillos, mediante acertijos y parábolas los caminos más directos a los distintos paraísos.
La verdad es que ninguno de los mencionados acabo de conseguir plenamente su propósito y, tuvieron que inventarse una palabra, que es, como un gran tótem para la humanidad creyente, la fe. No es que estemos convencidos, pero a muchos les vale, para no resignarse a pensar, que solo acabaran siendo el mullido abono, de algún retirado pinar.
Como ves, algunos de los valores con que más nos adornamos, son más motivo de paulatino convencimiento que, de irrefrenable sentir, en su descargo te diré que, al menos conozco dos ,que sienten casi al nacer: justicia y libertad.
Muchos hombres poderosos, han tratado de convencernos durante siglos, de que, estos sentimientos son confusos y oscuros, que se pueden y deben matizar, pero por alguna extraña razón , que no puedo descifrar, los hombres, hemos sentido, sentimos y probablemente sigamos sintiendo, pese a lo que nos puedan contar, que, sin estas dos palabras no valen la pena las demás.
JALON
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