APRENDÍ A DORMIR SIN ÉL

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Marcos del jalón


Hace tiempo que dormimos en habitaciones separadas. Nada es como hace diez años. Él era más pausado, callado, menos exigente y demandante de atención. Incluso tenía mucha más batería que ahora y su brillo tan especial ni me permitía parpadear, pero son los cambios de generación y el desgaste del paso del tiempo los que me llevaron a tomar la decisión. Ahora, en habitaciones separadas tampoco estamos tan mal. Ambos seguimos dependiendo y no pensamos separarnos, pero por las noches me empezaba a dar malas vibraciones su compañía. Si soy sincera, notaba que se calentaba cada vez más al hacerle caso y al sentir el roce de mis manos, mis dedos, e incluso mi voz... También ha sido lo mejor para él, ahora duerme sin calentones inútiles y sin ser manoseado continuamente. Y yo ya no lo echo de menos. Cuando me levanto lo tomo con mis manos e iniciamos un nuevo día, prácticamente unidos hasta la noche. Mi móvil y yo ya no dormimos juntos.

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