LA PRIMITIVA
La lluvia arreciaba y salpicaba con brío sobre las lápidas del cementerio.
- Adiós, Tardío –dije en voz casi imperceptible.
Me fui a buen paso hacia el pueblo. La tormenta había estallado y decenas de relámpagos dibujaban culebrillas de colores en el cielo gris oscuro de Tapias de Marqués. Un relámpago, y a los tres segundos el correspondiente trueno. Llegué empapado al bar de la plaza al tiempo que un gran resplandor lo iluminó todo. No se produjo trueno alguno. Al momento, Juli gritó:
- ¡¡¡La Primitiva!!! ¡¡¡Nos ha tocado la Primitiva!!!
Desde hacía unos años, la alcaldesa había encargado a Juli echar una lotería Primitiva semanal de una apuesta para todo el pueblo. ¡Y nos había tocado!
Ochenta millones y medio de euros para ciento quince vecinos. Todo sucedió el día del entierro del Tardío. Carmen, la pintora, dibujó un retrato de Valerio para colocarlo en un marco acristalado en la pared del ayuntamiento. También le ofrecimos una novena, para recordar la buena suerte que nos había dado. Fue justo ese 25 de febrero, día de San Valerio, el día que nadie se olvidará del vecino más peculiar del pueblo: Valerio Ácimo del Puerto, el Tardío, zí.
JALON
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