RECUERDOS DE "EL ALMENDRO"

Puede parecer frívolo echar de menos una fiesta en este puñetero año, pero ahora mismo no hay nada que más me apetezca que poder celebrar de nuevo “El Almendro”. Ese día de fiesta random, como dicen los más jóvenes, que se colocó entre Navidades y Semana Santa, aprovechando el entonces puente de San José y en el que se celebra la fiesta de la Sociedad Recreativa “Los Almendros” de Ariza.

La Sociedad, fundada hace más de 40 años con la encomiable intención de que los jóvenes de Ariza no tuvieran que desplazarse fuera para ir de fiesta, es toda una institución en nuestro pueblo: esas sesiones de cine y de discoteca de mi adolescencia, las orquestas de fiestas, los cotillones de Nochevieja y Reyes y, sobre todo, esos carnavales en plena cuaresma, con todos siempre pendientes de que la Directiva, formada por “voluntarios”, decidiese la fecha para poder organizar los disfraces...

Precisamente el carnaval del año pasado, el 7 de marzo, fue la última fiesta celebrada en Ariza. Milagro de los gordos que no nos contagiásemos del dichoso bicho que ya circulaba por ahí, en esas exaltaciones de la amistad que tanto se prodigan en noches como esa. Y pensar que el año pasado a la una ¡ya estaba en la cama!, si lo llego a saber...

En fin, pero hoy vengo a recordar “El Almendro”, esa romería laica en la que elegimos una reina cuya corona recae en ocasiones en un chico, pero que no lo convierte en rey, sino que sigue siendo reina, porque en Ariza somos así de chulos. Esa comida en “El Ardal” con la peña, los Ángel Face, como siempre, los últimos en aparecer. Los que hacemos el arroz cuando los demás están tomando ya el café... ¿A quién no le ha tocado ir de mesa en mesa a pedir sal, o hielo, o simplemente a “alparcear”?. Ese paseo hasta la fuente “el pinchón”, a ver si encontramos la carreta con los bueyes... ese niño que se mete al Pellejero y sale “chipiao”... El de la furgoneta de helados y los bomberos de la Diputación...

De eso tengo ganas. De reírme con mis amigos. De echar unas risas tontas. De que me dé un ataque de alergia o de quemarme después de un día al sol. De abrazar. De besar.

Éramos felices y no lo sabíamos.