MENUDO VEHÍCULO- ARIZA-1830

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Mucho ha llovido desde que el servicio de correos pasó a ser responsabilidad del Estado, bajo el reinado de Felipe V, convirtiéndose así en la primera empresa pública del país. En 1756, uno de los asesores de la Corte de Fernando VI, Pedro Rodríguez de Campomanes, tuvo la idea de crear un cuerpo de carteros urbanos que repartiesen los envíos que no se recogían en la estafeta. Para 1798 ya había carteros por todo el país.

La correspondencia era relativamente abundante en la década de 1830-1840. No así el tráfico de viajeros en diligencias. De hecho, en los diarios de la época aparecían los viajeros que llegaban a la Corte. Así a modo de ejemplo, el 21 de enero de 1836 entran en Madrid 78 personas. Entre ellos,  Manuel Fornos, procedente de Ariza. Los viajes eran caros y al alcance de gente pudiente. Por eso, la llegada de las diligencias a los pueblos eran todo un espectáculo.         

El abogado y viajero inglés Richard Ford, que llega a España en 1830, nos describe el manejo de aquellas diligencias: “Toda esta guarnecida arca de Noé, está colocada bajo el mando del mayoral o conductor, que como todo español investido de autoridad, es un déspota… El zagal va corriendo delante del coche, coge piedras para tirarlas a las mulas, ata y desata nudos…alguna vez se le permite que suba al pescante y se siente al lado del mayoral".                                                                            Las mejoras en la carretera de Madrid a Zaragoza hacen que se ponga en marcha “un coche de mensajería, de sumo gusto y buena comodidad. El primero en su clase que se ha construido en España”. Parece ser que aquel “lujoso vehículo”, transportaba viajeros y correo. El 6 de julio de 1830 salía el primer “coche” de Zaragoza y el 13 del mismo mes de Madrid.

Salía de Zaragoza a las 12 del mediodía, durmiendo en La Almunia, saliendo a las tres de la mañana para llegar a comer a Calatayud, donde descansará una hora y media para ir a dormir a Ariza. Aquí descansa hasta las tres de la mañana. Irá a comer a Lugar Nuevo (Lodares), donde descansa hora y media, a dormir a Algora. Aquí descanso hasta las tres de la mañana, a comer a Torija, dormir en Guadalajara y llegada a mediodía del día siguiente a Madrid. Así, en cuatro días realizaba el trayecto, durmiendo en La Almunia, Ariza, Algora y Guadalajara.

De hecho, los carruajes eran similares a los ómnibus de París para pasajeros y valijas de poco volumen. Aquellos ómnibus de Paris podían transportar a una veintena de personas y eran vehículos principalmente para el transporte urbano.

Eso sí, en un primer momento solo había un vehículo semanal en cada sentido, debido a la falta de carruajes. En aquellos años y hasta la llegada del ferrocarril, las diligencias fueron las reinas del transporte en las rutas principales. Aunque hubo un montón de artilugios de transporte, como las galeras y coches de colleras entre muchos otros.

Al final, todos dormían en Ariza, en sentido Madrid y en sentido Zaragoza. Eso sí, a las tres de la mañana seguían la marcha. ¿Se imagina el lector emprender viaje, a esas horas, en los fríos días del invierno, por aquellos caminos del Alto Jalón? Visto así, el tren regional parece el paraíso del transporte. Aprovecho el inciso para solidarizarme con esos pueblos del Alto Jalón que revindican un tren digno. No desistáis que estos, nuestros insensibles gobernantes, son capaces de ponernos el "coche de mensajería de sumo gusto y buena comodidad” y vendérnoslo como el último grito de la modernidad. No baje el guardia querido paisano.

Según Pascual Madoz, hacia 1845-1850, en Ariza había fonda y casa de postas a la entrada del pueblo. Sigue citando “. donde cambian, el tiro, las diligencias y el correo, y en algún tiempo pernoctaron en ella los viajeros…La correspondencia la sirve una estafeta, que distribuye las cartas a varios pueblos". Curiosamente en la Guía general de correos, postas y caminos del Reino de España, editada en Madrid en 1830, pero fechada en 1829, no aparece la casa de postas de Ariza. Desconocemos los motivos. Pero sí aparece la de Monreal, regentada por Faustino Enguita, y la de Cetina, regentada por Vicente Cerdán.       

Así, los vecinos de Ariza tuvieron el privilegio de ver cada miércoles, sentido Madrid, y cada jueves, sentido Zaragoza, aquellas lujosísimas diligencias, pioneras en su género en España. ¡Menudos vehículos!

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