CALCETINES PERDIDOS

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Hoy es el Día de los Calcetines Perdidos. No confundir con el Día de los Calcetines Desaparejados, que se celebra el 21 de marzo coincidiendo con el del Síndrome de Down y pretende asumir una apuesta por la diferencia y la inclusión. Pero cuando perdemos un calcetín, inevitablemente, el otro queda desaparejado, y hoy es el día. Y nada más sencillo que extraviar alguno. Lo más probable es mirar dentro de la lavadora, esa gran “comecalcetines” que, a buen seguro, los remendará, emparejará lo mejor posible y los revenderá en mercados negros, blancos o de colores. ¿Quién estará detrás de ese misterioso negocio de la fuga de calcetines? ¿Los fabricantes de detergentes, de suavizantes, las propias marcas de lavadoras? Cualquier Equipo de Investigación de Suavizantes, Íker Jiménez Lavadoras o Espacio en Blanco Antical lo comentarán, tarde o temprano.

Y cuando perdemos uno, podemos ponernos otro parecido, si es del mismo color. Y si somos menos clásicos, podemos colocarnos uno diferente, en tamaño, tejido y color, en cada pie. La moda de los calcetines desaparejados o diferentes, o como diríamos usando un eufemismo actual, los calcetines diversos o con distintas posibilidades. Calcetines y medias, seamos equidistantes en el género, por si los moscos y las moscas. ¡Qué remedio poner de moda los calcetines desaparejados! Ocurre con frecuencia en la vida.

Tenemos un pueblo, valoramos el campo, la naturaleza, pero vivimos enjaulados en las ciudades: calcetín perdido, solo encontrado en los añorados veranos, nos lo colocamos en agosto y lo extraviamos después del quince de septiembre.

Valoramos la cultura como uno de los mejores recursos para la convivencia con nosotros mismos (incluso con los demás), pero es preferible piratear un libro a comprarlo en la librería; descargar una peli, a ir al cine o al teatro: calcetín perdido.

Gritamos libertad, nos adueñamos incluso de esa palabra cuando el ascua está cerca de nuestra sardina. Abanderamos la palabra enarbolando cualquier calcetín del color que sea, y de la pierna derecha, de la izquierda, de las extremas extremidades… Calcetín perdido.

Pero qué leches les importará el día de los calcetines perdidos a los que no los usan. Pero ya los usarán, al tiempo… Recuerdo una frase de nuestros mayores en la época en que los calcetines eran la mejor calefacción, porque esa palabra aún no era cotidiana en nuestro diccionario: “tengo los pies como el mismísimo granizo”. Para ello, nada mejor que unos calcetines, aunque fueran desaparejados, con las costuras ya tan ajustadas a la piel que dejaban de ser costuras, los calcetines del pastor, los de andar por casa, los patucos que tejían las abuelas para los nietos, los de los pies como el mismísimo granizo…

A todo esto… os suena la frase: tienes que tirar esos calcetines. Y nada, que les hemos cogido tanto cariño que forman parte del universo de nuestra vida. Hay quienes los tienden por las costuras, incluso siempre respetando pie izquierdo y derecho (yo confieso que jamás lo he respetado), los hay que los compran ya para un determinado pie, de izquierda, derecha, de mujer, hombre, niños… para todos los deportes, con dedos,  calcetines para el mismísimo granizo…

Pero a mí lo que me preocupa, además de que haya un día específico para celebrar (¿qué?) es la siguiente reflexión: ¿Y si no fuera la lavadora la culpable de tanto calcetín desaparejado?

El Día de las Aves Migratorias fue ayer (hay dos: uno, en mayo y otro, en octubre, ida y vuelta) y me pregunto: ¿serán las aves migratorias las responsables de llevarse los calcetines perdidos a otros mundos “para-lelos”?

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