LOS HUEVOS DE MONREAL-MONREAL DE ARIZA 1808

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Monreal de Ariza, Zaragoza, Espau00f1a, 2015 12 28, DD 08


Recuerdo de niño y acompañado de mi padre, una visita al Museo Dalí de Figueras. El genio venia a inaugurar unos huevos. Subía Dalí las escaleras solo unos peldaños por delante de aquel niño, servidor, que no entendía nada. Volveremos al final de la historia de hoy a rememorar ese pasaje de mi infancia.

Pero seguimos con huevos, eso si los de Monreal, de fama mundial. ¿De fama mundial? Pues sí, amigo lector, los huevos de Monreal pasaron a la historia, veamos como. Para empezar, nos dirigimos a la Codrington Library de la ciudad inglesa de Oxford. Allí se encuentran los papeles y escritos de Sir Richard Vaughan, entre ellos el cuaderno de viajes donde se habla de los huevos de Monreal.

El contexto histórico los situamos en la Guerra de Independencia y en el marco de la alianza entre ingleses y españoles en su lucha contra Napoleón.

Vaughan era diplomático y periodista y Doyle general de enlace entre las tropas españolas e inglesas. Este general es el que hacíamos referencia hace unas semanas, por el por primera y última vez las campanas de las iglesias del Alto Jalón tocaron al paso de un inglés. Iban en un carruaje cedido por el duque del Infantado tirado por seis mulas, camino de Zaragoza y procedentes de Madrid.

Apunta Vaughan en su cuaderno de viaje: “En Monreal de Ariza encontramos un lánguido fuego en la casa de postas, y cenamos con las provisiones que habíamos traído. Y unos huevos que nos proporcionaron unas mujeres de buen aspecto, que recordaban al general Doyle de su viaje anterior a Zaragoza…Descansamos en Monreal hasta las dos de la madrugada y nos pusimos en marcha a Cetina".

Doyle conocía el lugar, no sabemos si lo sedujeron los huevos o las mozas, pero repitió visita y Vaughan hace referencia a los huevos, dando a entender que es algo que les llamó poderosamente la atención. El lector sabe que el desayuno tradicional inglés incluye un buen huevo frito o dos, y que dos ingleses hicieran referencia a ellos, nos demuestra que los huevos de Monreal debían ser tan celestiales como las famosas salchichas de Cetina. De las que ya dimos buena cuenta.

Llegados a Zaragoza conocen a la heroína del momento, Agustina de Aragón y quedan gratamente sorprendidos, haciéndose buenos amigos. Vaughan dará a conocer a los ingleses en sus escritos y diarios la figura de Agustina, internacionalizando al personaje. Doyle intercederá por ella ante las autoridades españolas, que se niegan a reconocer a Agustina su heroicidad por ser mujer.

En una jugada maestra Doyle llama a Agustina a Cádiz y en connivencia con el Almirante Jurvis, hacen subir a Agustina abordo del buque de la armada inglesa HMS Atlas, donde la tropa le rinde honores, para bochorno de las autoridades españolas.

A raíz de estos acontecimientos y alguna que otra gestión más, Agustina recibirá el rango y sueldo de Alférez, siendo la primera mujer en tener ese honor, gracias al bueno de Doyle, el general por el que tocaron las campanas del Alto Jalón.

Pues así es como detrás de los huevos de Monreal se escondía, la bonita historia de Agustina. Vaughan, Doyle y Codrington fueron personajes muy famosos y de gran difusión en su época. De hecho, convirtieron a Agustina en una heroína internacional y es muy probable que los famosos huevos de Monreal, tuviera una difusión que hoy es difícil imaginar.

Seguramente Dalí, obsesionado por los huevos, de haber conocido esta historia, quizá los hubiese ubicado en Monreal y seguramente los ojos de aquel niño, que no entendía nada, hubiera comprendido que en Monreal es seguramente donde debían estar.

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