UNA TRAGEDIA CON HISTORIA-SALINAS DE MEDINACELI 1929-1930

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La alegría llegaba a la casa de la familia Martínez Bueno, sita en la calle de la estación de Medinaceli, la mañana del 8 de noviembre de 1929. Entonces perteneciente al pueblo de Salinas.

Venancio y Felipa naturales de Beteta (Cuenca), daban la bienvenida a su segundo hijo al que ponen por nombre Venancio. Braulio Serrano y Gregorio Heredia, firman como testigos, en presencia del juez Pedro Anguita y del secretario Ángel Casado.

Poco duró la alegría en la casa de los Martínez Bueno. Sobre las once de la mañana del 30 de agosto de 1930 la Guardia Civil de Medinaceli, encuentra el cadáver de Venancio (padre), en el transformador cercano a la población. Electricista en esos momentos, se encontraba supervisando el transformador cuando recibió una descarga que le causó la muerte. Certificando la hora de la muerte entre las 8 y 9 de la mañana de ese día.

La historia podría terminar aquí, en uno de tantos accidentes laborales que siegan la vida de tantas gentes.  Venancio era uno más, pero con una peculiar historia.

Aunque natural de Beteta, Venancio llevaba algún tiempo viviendo en Salinas, aunque parte de su infancia la pasó en Marranchón. Su padre era Domingo Martínez Rubio, natural de Peralejos de las Truchas. Los maranchoneros saben muy bien quien era Domingo, el señor que construyó la torre y el reloj de Maranchón, así como la verja del altar de la Ermita Virgen de los Olmos en la misma población.

José Ramón Pérez de los Mozos, cronista de Maranchón me comentó hace bastantes años que la construcción del reloj, tenemos que situarla hacia 1900. Sabemos que Domingo era “vecino accidental" de Maranchón ya en noviembre de 1897.

También Adelina, hija del difunto Venancio y nieta de Domingo, sitúa la construcción del reloj a principios de siglo y añade que el abuelo hizo la albañilería de la torre, construyó el chapitel, montó la maquinaria, aunque creen que las ruedas del tiempo las encargó a alguna fundición.

Entre los recuerdos de familia también hablaba Adelina, de como le contaban, que los hijos, entre ellos el fallecido Venancio, ayudaban a su padre y como este los subía en un cajón que pendía de una garrucha.

Estos datos los conocemos gracias a la entrevista que Félix Sebastián “El Juaniche”, hizo a Adelina y David, uno de los bisnietos de Domingo, para la revista “La Migaña”. Domingo era un genio, una vez los maranchoneros pensaron que lo habían cogido en un renuncio por haber construido un carro dentro de un corral que no se podía sacar. A la mañana siguiente el carro estaba fuera en la calle para asombro de los vecinos, así lo contaba su nieto.

La vida de Domingo es la de un aventurero, de familia de canteros de Peralejos, se desplazó a Zaragoza. Colaboro con Cabrera en la Tercera Guerra Carlista, fue hecho prisionero en la famosa batalla de Cantavieja y encerrado en Mahón. Desterrado a Beteta, donde construyó algunos puentes y dio luz al pueblo.

Domingo Martínez Rubio falleció el 26 de octubre de 1921, en Beteta (Cuenca), a la edad de 72 años. Su hijo Venancio solo 8 años después.

Pero no gusta terminar la hemeroteca de forma triste. Al morir Venancio la familia se traslado a Arcos. A la carretera de Maranchón. Allí Venancio (hijo) con el paso de los años, se enamoró de una arcobrigense, Basilisa, con la que se casó.

La desdichada muerte de nuestro protagonista escondía una curiosa historia a tal grado que como niño aporto su granito de esfuerzo en la construcción del precioso reloj maranchonero.

Venancio, aquel niño del que hablábamos al principio, falleció hace unos años, añorando a su padre Venancio, y orgulloso de su aventurero abuelo Domingo. Adelina, su hermana, goza de una salud de hierro a sus 96 años.

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