¿SERÁ PARA MAL O SERÁ PARA BIEN?

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Siempre hemos sido conscientes de que la vida es paradójica y de que en cualquier momento todo puede cambiar… Aunque entre cambio y cambio solemos olvidarlo y eso nos permite estar más tranquilos alguna temporada. Sin embargo, la pandemia, nos hace vivir todos los días sumergidos en la incertidumbre más absoluta.

Por eso, en esta ocasión quiero compartir con vosotros un cuento muy antiguo, al que suelo recurrir cuando se aleja la serenidad y se acerca amenazante la incertidumbre…

Había una vez un anciano campesino que vivía con su hijo, eran muy pobres y solamente tenían un caballo que les permitía labrar las tierras. Una noche el caballo se escapó y cuando se dieron cuenta, se sumieron en la más absoluta desesperación. “¿Qué vais ha hacer ahora? Si ya erais pobres antes, ahora sin el caballo…”, les decían sus vecinos. A lo que el anciano respondía: “Será para mal, o será para bien. Veamos lo que nos trae el tiempo”.

Al cabo de tres días, el caballo volvió acompañado de tres yeguas salvajes y los vecinos del pueblo volvieron a hablar: “¡Anda, vaya suerte tenéis! Ahora de repente sois los más ricos del pueblo, tenéis cuatro caballos y además vais a poder criar”. A lo que el anciano respondía: “Será para bien, o será para mal. Veamos lo que nos trae el tiempo”.

Después de intentar domar las yeguas durante varios días, la más rebelde, tiró al hijo al suelo y se rompió una pierna. Los vecinos alarmados volvieron a hablar: “¡Qué mala pata! Ahora si que tenéis un problema serio. Si tu hijo no puede trabajar…”. A lo que el anciano respondía: “Será para mal, o será para bien. Veamos lo que nos trae el tiempo”.

Pasados unos días estalló una guerra y los soldados del rey fueron a buscar a los jóvenes de la aldea para la lucha, se llevaron a todos menos al hijo del anciano que tenía la pierna entablillada. “¡Esto si que es suerte, anciano! Se han llevado a nuestros hijos y el tuyo en la cama tan tranquilo…”. A lo que el anciano respondía: “Será para bien, o será para mal. Veamos lo que nos trae el tiempo”.

Esta historia nos ayuda a reflexionar y a tomar conciencia de lo imprescindible que es relativizar la importancia de lo que nos sucede cada día, sobre todo cuando no tenemos ninguna capacidad para controlarlo.

Por eso ante la adversidad, siempre es importante preguntarnos: “¿Será para mal, o será para bien?”. Es la única herramienta para relativizar con objetividad y poder gestionar mejor emociones como la ira y la tristeza.

Ya lo decía William Shakespeare, en Hamlet: “Nada es bueno ni malo, solamente lo que pensamos confiere esa calidad"


Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

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