El rincón quiere recordar a la rubia “ LA PESETA “ de toda la vida.
Por los años 60 las monedas más pequeñas llamadas “ calderilla” eran los céntimos, realetes, pesetas y duros.
Pero hoy nos centramos en los billetes de la época, ¡¡que imágenes salían tan preciosas!!, con imágenes del Marqués de Santa Cruz o Don Quijote como mostramos en la cabecera, las dos pesetas con la Catedral de Burgos, las 5 pesetas de Juan Sebastián de Elcano entre otras, las 25 pesetas de Isaac Albeniz, las cien pesetas de Julio Romero de Torres o Manuel de Falla y Gustavo Adolfo Bécquer. Los billetes de 500 de Ignacio Zuluaga y por último los billetes de 1.000 pesetas de los Reyes Católicos, San Isidoro y José Echegaray.
Los apodos como “ talego “ solían decirlo los jóvenes para los billetes de 1.000 pesetas, “ pavo “a un duro o 5 pesetas, rubia, pela, cala, blanca, leandra, pluma, beata fueron formas de llamar a la peseta, “ billete verde “ los de 1.000 pesetas y “kilo “ a un millón.
A lo largo de la historia siempre han llevado sobrenombres por ejemplo:
“Carlines“ al real de plata de Carlos I, “ Filipines “ a los de Felipe II, “ Julios “ a los del papa Julio II. Duro a las cinco pesetas de Amadeo I de 1871, “ caraba “ 25 céntimos, “ perra chica “ a los 5 céntimos, “ perra gorda “ a los 10 céntimos.
Para nombrar al dinero utilizábamos sobrenombres como pasta, lana, guita, parné, plata, cuartos, mosca y tela entre otros muchos y lagartija a la calderilla o monedas de menos valor que algunas veces rompían los bolsillos y quedaban perdidas por el suelo.
JALON
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