COSAS DE FAMILIA -SOMAÉN 1839

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En 1585, Enrique Cook, arquero imperial de Felipe II, describe el paso del Rey en su camino entre Madrid y Zaragoza a través de Guadalajara, camino de las Cortes de Monzón. Además de Capitán de la Guardia Real, era un cronista muy “cotilla”. De Luzón dice que “los vecinos son ricos de ganado y lana”. En su camino por tierras del Señorío de Molina, el arquero continúa diciendo: “Por el camino están muchos árboles que se parecen a la sabina, entre los cuales apacientan los pastores sus ganados”. 


Es interesante notar las referencias “pastoriles” de Cook, cuando el mismo rey estaba atrapado “por las nieves” en Maranchón. Sea como fuere, el escrito da buena fe de las buenas tierras de pastos de la zona, que nos ayuda a entender la historia de esta semana.


En 1839, nacía en Somaén Manuel Casado Martínez, el mayor de siete hermanos. Su padre, Juan Casado, llevó el horno de pan de Somaén allá por 1855, rentándole la nada despreciable cifra de 540 reales. Manuel era pastor, como la inmensa mayoría de sus ancestros. Ya en 1752, su antepasado, Andrés Casado, pastoreaba los rebaños de los monjes de Huerta.


Hacia 1860, Manuel decide trasladarse a la zona de buenos pastos que Cook había descrito unos 300 años antes. Pastorea rebaños en Ciruelos del Pinar sin olvidar sus raíces en Somaén, donde viven sus padres y hermanos, en la calle del Barrio Alto, feudo de los Casado en la época.

Las raíces somaeneras se extienden por el señorío de Molina. El nieto de Manuel, Bernardino Casado Pascual, nacerá en Mazarete en 1903 y será como veremos el personaje más famoso de esta saga de pastores del Alto Jalón.


Hacia 1946, una enfermedad mata las cabras de Bernardino hasta un total de 150. Su vida transcurrió por Luzón, Ciruelos, Selas, Aragoncillo y algunos otros pueblos de la zona. Aunque por Mochales sentía un cariño especial, pues es aquí donde se casó con su querida Vicenta. Bernardino es el último pastor de la saga, nos dejó en 2012, a los 108 años en la localidad barcelonesa de Hospitalet de Llobregat. Como si de una metáfora de la vida se tratase, ya no se ven pastores. Parecería que no existen, pero nuestro longevo pastor quiso vivir lo suficiente para contarlo, para hablarnos de una vida que ya no volverá.


En su momento fue el segundo varón más longevo de España y llegó a tener cinco hijos, once nietos y trece biznietos. A su amigo Pedro Larrad le recordaba poco antes de morir lo duro que fue perder sus cabras en 1946 y como recordaba las lágrimas de su madre Florentina por tan trágico suceso.


La longevidad de Bernardino, lo convierte en el personaje principal de la historia. Gracias a él, conocemos a Manuel, su abuelo, nacido en 1839, dando comienzo al relato. Por Manuel conocemos a sus hermanos, Félix, también pastor y Narcisa, los dos somaeneros. Félix y Narcisa son mis tatarabuelos por parte de mis abuelos paternos. Estos (mis abuelos), se dieron el sí quiero en Somaén en 1927.Pasado el tiempo (bastante tiempo), vino al mundo el que escribe estas líneas. Enfin entre pastores y abuelos longevos acabé con las cosas de familia. Lo siento, no pude evitarlo.



Hace unos diez años quise visitar por primera vez el pueblo al que llegó Manuel, Ciruelos del Pinar. Sentía curiosidad … ¿por qué Ciruelos y no otro pueblo de la zona? A fin de cuentas, hay muchos pueblos con buenos pastos. Todo parece indicar que algún somaenero ya ejercía de pastor en la zona a la llegada de Manuel. Al llegar al pueblo, y tras recorrer unos quinientos kilómetros, un rebaño cortaba el paso al pueblo y el pastor hacia ademanes para sacar a los animales de la carretera. Con una sonrisa pensé, seguramente no es del todo casualidad que encuentre al rebaño y al pastor justo en Ciruelos. En fin, cosas de familia.

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