​CUENTOS DE GUAL CISNE - VINOCHO

|

Diseu00f1o sin tu00edtulo (2)



Gepetto pasaba casi todo el día en su pequeña viña. Se sentía muy solo, apenas hablaba con nadie y decidió construir un muñeco con sarmientos y madera de cepa vieja. Le pintó una sonrisa en los labios y le dijo:


- ¡Qué pena que solo seas un muñeco de madera! Me encantaría que fueras como el hijo que nunca he tenido. Has nacido en la tierra del vino, te llamaré Vinocho.


- Gepetto, puedo ser lo que tú desees. Mira, puedo hablar.


Gepetto lo abrazó y decidió que si era su hijo auténtico debería ir al colegio para aprender a leer, escribir, restar con llevadas y decir hola en inglés.


Esa misma mañana, Vinocho, se dirigía a comprar los libros y un cuaderno y lápices para el colegio, cuando vio la carpa de un circo y se acercó.


Vinocho bailó con las marionetas de madera que manejaba el dueño del circo. Después de tres canciones, se dio cuenta que solo eran trozos de madera, sin más vida que la que le proporcionaban las manos de su dueño.


Se sintió un poco triste, pero el dueño del circo se le acercó.


- Toma, seis monedas por lo bien que has bailado.


Vinocho, tan feliz, salió del circo pensando que invertiría las monedas en comprarle un abrigo nuevo a Gepetto.


Al momento, se tropezó con un zorro y un gato.


- Hola, ¿qué vas a hacer con esas monedas? –le preguntó el gato con cara de zorro.


- Voy a comprarle un abrigo a mi padre.


- Pues ven con nosotros, que conocemos una tienda muy barata –le aconsejó el zorro con voz de gato.


Lo llevaron hasta la Viña de los Milagros y mientras el zorro le daba un puñetazo en la nariz a Vinocho, el gato le arrebató las monedas y se marcharon corriendo los dos truhanes.


Vinocho regresaba muy triste a casa, con la nariz roja y dolorida.


Un guardia le preguntó:


- ¿Qué te pasa, pequeño?


- Nada, que estoy resfriado, nada más.


El guardia se marchó y a Vinocho le creció un poco la nariz.


Pasó por la librería y como no tenía dinero, la librera desde la puerta le preguntó:


- ¿Por qué estás triste, pequeño?


- Nada, nada, es que me he dado un golpe contra un árbol.


Y la nariz de Vinocho creció otro poquito y la librera se encogió de hombros sin entender nada.

Cuando estaba muy cerca de la viña de Gepetto, se inició una fortísima tormenta. Comenzó a tronar y a llover muchísimo.


Tanto llovía que la tierra de la viña estaba muy resbaladiza y Gepetto cayó al pozo de agua.

- Socorro, socorro, no sé nadar. Lanzadme un palo largo o una soga para subir.

Pero por allí no había palos largos ni sogas, pero a Vinocho se le ocurrió empezar a hablar en voz alta:


- El buen vino sale de los melones amarillos.


Y la nariz le creció un buen trozo.


- Las uvas no tienen pepitas.


Y la nariz le creció un poco más.


- La Rioja es tierra de membrillos y no de vino. La Pijamada se celebra en Monteagudo. Una bodega es una escuela de grillos…


Y la nariz de Vinocho fue alargándose tanto que consiguió que Gepetto se agarrase a ella y salir del pozo.


Los bolsillos de Gepetto, además de agua, rebosaban monedas que contenía el pozo.


- Podrás comprarte un abrigo nuevo, Gepetto, incluso más viñas, hacer una bodega y producir mucho y buen vino.


- Gracias a ti, Vinocho, mi hijo querido.


Y los dos se abrazaron y Vinocho volvió a tener una nariz como todos los niños de su edad.


Comentarios

ARTÍCULO DEL DÍA