Por lo general, cualquier persona sabe identificar fácilmente lo que es un pino o una palmera. A otras, sobre todo si son de ciudad, tal vez les cueste más reconocer un castaño, un olmo o un nogal al verlo, pero si nos hablan de un quejigo, ¿sabemos lo que es?
Si vives en el Alto Jalón, probablemente conozcas el quejigo de la Casa de la Vega, uno de los árboles singulares de la comarca de Calatayud y el más monumental debido a su tamaño (25 metros de altura y más de 5 metros de perímetro), que lo sitúan entre los más grandes de Aragón. Sin embargo, no todo el mundo de la zona lo llama así, porque hasta ver el cartel informativo que hay junto al árbol, siempre había oído que se referían a él como roble centenario o encina centenaria.
El roble y la encina son de la misma familia, las fagáceas, pero no se trata de la misma especie. Quercus faginea, el nombre científico del quejigo o roble carrasqueño, se diferencia de la encina porque su follaje es caduco y menos denso, es marcescente, lo que significa que, aunque sus hojas se hayan marchitado, siguen en el árbol durante la mayoría del otoño y el invierno.
Y de esta manera, cuando fui a ver el árbol por primera vez, aprendí mucha información sobre los quejigos y me sirvió de inspiración para una escena de mi novela en la que escribí sobre este maravilloso árbol: «Los brazos que surgían del robusto tronco del quejigo, desnudos a pesar de figurar en un cartel que sus hojas eras marcescentes, se bifurcaban en tantas ramas de diversos tamaños que era como si le hubiesen dado la vuelta al árbol y las raíces trataran de asirse al cielo».
¿Qué te inspira a ti el quejigo? ¿Conoces otros de la zona como el de Aluenda o los de Berdejo?
JALON
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