Como cada segundo domingo de mayo, el pequeño municipio soriano de Sagides se llenó de devoción, flores y tradición para conmemorar a su patrona, Nuestra Señora de los Desamparados. Este 11 de mayo, la celebración volvió a reunir a vecinos, amigos y descendientes del pueblo llegados desde Madrid, Zaragoza o Barcelona, en una jornada marcada por la emoción, el recuerdo y la esperanza.
La jornada comenzó con la misa, celebrada en el interior de la iglesia del pueblo, que a pesar de estar en proceso de recuperación, sigue seriamente afectada por un persistente ataque de termitas. Este problema, originado por la humedad de un edificio en ruinas adosado al templo, ha sido denunciado en varias ocasiones por los vecinos, pero la solución definitiva —el desescombro del solar— aún no se ha materializado.
Durante la procesión por las calles de Sagides, adornadas como nunca con flores, especialmente lilas, se leyeron las tradicionales loas a la Virgen. Estos versos, que conservan el sabor popular y la inocencia de otras épocas, fueron recitados mayormente por las mujeres mayores del pueblo.
“Cándida paloma eres
inmaculada azucena,
luna de fulgores llena
bendita entre las mujeres.
Hoy es fuerza que te esmeres
Rogando a Dios por tus hijos”.
A estos textos antiguos se sumaron este año nuevos versos actualizados, en un gesto que demuestra cómo Sagides combina tradición y actualidad.
“Bendita tú entre las mujeres
pues como ellas mujer eres;
has bajado de las nubes,
a nuestros hombros te subes
y por calles y esquinas
de nuestras familias cuidas”.
Uno de los momentos más esperados fue el ágape popular, donde se rifaron una tarta votiva, dulces tradicionales y un tarro de miel. Los vecinos compartieron pinchos y bebidas en un ambiente de convivencia y cordialidad.
El dinero recaudado durante la misa y la rifa se destinará a sufragar los gastos del tratamiento antitermitas y a la adquisición de materiales para solar la nave de la iglesia. No se descarta que los propios sagidenses se encarguen de ejecutar parte de las obras, dada la elevada cuantía de los trabajos pendientes.
A pesar de las dificultades, el pueblo de Sagides demostró, una vez más, que sigue vivo, que sus tradiciones están más firmes que nunca y que su mirada está puesta en el futuro.
JALON
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