MILMARCOS Y JARABA SE DAN CITA ESTE SÁBADO EN SU ANCESTRAL ROMERÍA AL SANTUARIO DE LA VIRGEN

El próximo sábado 14 de junio, vecinos y devotos de Milmarcos y Jaraba volverán a encontrarse en uno de los eventos más sentidos y antiguos del Valle del Mesa: la romería al santuario de la Virgen de Jaraba. Un acto de fe, hermandad y tradición que, según Bienvenido Morales, vecino de Milmarcos, “viene de tiempos inmemoriales”.

“Estamos ya con ganas de que llegue el sábado”. Así comenzaba la conversación con Bienvenido Morales, vecino de Milmarcos, en los micrófonos de Alto Jalón Radio. Y es que este 14 de junio se celebra una de las citas más esperadas por los habitantes de este pequeño municipio y de Jaraba: la romería conjunta al santuario de la Virgen de Jaraba.

Como cada año, la jornada comenzará temprano. “Salimos andando a las 07:30 desde la Fuente Vieja, junto al frontón de Milmarcos. Caminamos unas dos horas y media hasta el santuario, con una parada para almorzar a mitad de camino”, ha explicado Morales, que ha participado en esta peregrinación durante décadas. Quienes no pueden realizar el recorrido a pie, lo hacen en coche, pero todos acaban reuniéndose en el barranco de la Hoz Seca, un enclave natural junto al río Mesa que sirve como antesala espiritual del santuario.

Allí, a las 12:15, tiene lugar uno de los momentos más emotivos: la procesión conjunta. “Desde Milmarcos subimos con el cura, la bandera, el estandarte… y desde la ermita bajan los de Jaraba, también con su cruz, su estandarte y los músicos de Cimballa. Nos encontramos a medio camino y hacemos un saludo muy bonito entre cruces y autoridades. Siempre ha habido muy buena armonía entre los dos pueblos”.

La llegada a la ermita, enclavada en el corazón del cañón del Mesa, es otro de los grandes instantes. “Empiezan a bandear las campanas y la música retumba en los riscos. Es impresionante”. Allí se celebra una misa celebrada entre los sacerdotes de ambos municipios, en la que no falta el canto de los tradicionales gozos y la adoración a la Virgen.

Tras los actos religiosos, la celebración se traslada al pueblo de Jaraba. “Antes se hacía un refresco en la casa del santero, junto a la ermita, pero por seguridad ahora lo hacemos en el frontón del pueblo, y luego pasamos al pabellón para una comida de hermandad entre los dos pueblos”, ha detallado Morales. Un catering se encarga de preparar la comida, que suele estar seguida de música y baile popular.

En cuanto a la participación, Bienvenido nos explica que “depende del año. Hemos llegado a ser 70 andando, y en la comida solo de Milmarcos, unas 200 personas. Este año ya hay unos 70 apuntados, pero aún quedan días”.

Una tradición ancestral

El origen de esta romería se pierde en el tiempo. Morales cuenta la leyenda que ha pasado de generación en generación: “Dicen que una criada del capellán acusó falsamente a un hombre de haber robado la Virgen. Al final apareció la imagen junto a un peirón, cerca de Jaraba, y entonces avisaron a todos los pueblos para dar gracias. Desde entonces, se instauró esta costumbre”.

Antes, la romería se celebraba el lunes de Pentecostés, pero fue trasladada al sábado siguiente para facilitar la asistencia de quienes viven fuera. “Hoy en Milmarcos ya no vive tanta gente como antes. Esto era un pueblo con médico, veterinario, fábricas… Ahora solo queda la farmacia y el bar. Pero esa conexión con nuestras raíces nos sigue uniendo, y la romería es uno de esos lazos”.

Caballerías, estandartes y recuerdos

Bienvenido también recuerda cómo se vivía esta jornada en tiempos pasados: “No había coches, se iba en caballerías, bien engalanadas. Llevabas buena merienda, la manta buena, las alforjas… Era un día especial”. Aunque los tiempos han cambiado, la esencia se mantiene: devoción, encuentro y memoria compartida.

Este sábado, como cada año, el barranco de la Hoz Seca volverá a llenarse de pasos, cruces, música y campanas. Porque en la romería de Jaraba-Milmarcos no solo se camina hacia un santuario, sino hacia el corazón de una tradición que sigue viva gracias a personas como Bienvenido y a la emoción compartida de dos pueblos hermanos.

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