DE ROMANILLOS DE MEDINACELI A LA MARCHA INTERNACIONAL POR GAZA: "SUFRIMOS UNA REPRESIÓN TREMENDA"

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Este mes de junio, miles de personas de más de 80 países emprendieron un viaje a Egipto con un objetivo claro: participar en la Marcha Internacional a Gaza, una movilización pacífica que pretendía romper simbólicamente el bloqueo que asfixia a la población palestina y visibilizar su sufrimiento. Entre las participantes estuvo Alicia Tamarit, joven activista vinculada a movimientos de solidaridad con Palestina, que ha compartido en los micrófonos de Alto Jalón Radio un testimonio directo sobre los días de tensión, esperanza y represión vividos en El Cairo.


“Lo decidí en dos días. Algo visceral me empujaba a ir”, ha relatado Tamarit, originaria de Romanillos de Medinaceli, que se inscribió al límite y voló desde Madrid el 11 de junio junto a otras compañeras. Sin embargo, el aterrizaje fue el inicio de un auténtico calvario. Ya desde la víspera, Egipto comenzaba a deportar a activistas internacionales. A su llegada, Alicia y su grupo fueron retenidas durante horas sin pasaporte en el aeropuerto de El Cairo. “A algunas compañeras las deportaron directamente”, ha explicado.


Los filtros policiales se aplicaban con arbitrariedad. Desde mochilas con esterillas hasta pasaportes con ciertas nacionalidades, todo podía ser una “señal” para las autoridades egipcias de que alguien iba a participar en la marcha. El gobierno egipcio, según Tamarit, actuó bajo “órdenes directas de Israel”: “Fue claro desde el principio que esta marcha no se iba a permitir. Lo que buscábamos era simbólico, pacífico, pero aún así nos reprimieron desde el minuto cero”.


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La joven activista ha detallado cómo la represión incluyó hostigamiento en alojamientos, deportaciones nocturnas y la prohibición de reunirse en grupo o mencionar siquiera la iniciativa.


Aun así, unas 4.000 personas lograron salir del Cairo con destino simbólico a la frontera con Gaza, aunque sin llegar a ella. “Queríamos que el pueblo palestino supiera que no está solo. Que hay ojos que siguen mirando y corazones que no se rinden”, ha asegurado.


Durante su estancia, Alicia tuvo contacto con familias palestinas refugiadas en Egipto. “Vimos hambre, mutilaciones, desesperación. Las personas no podían contactar con sus familiares por los cortes de luz y de internet. La tragedia va más allá de lo que las pantallas nos muestran”.


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Aunque no cruzaron a Gaza, las historias recogidas de primera mano han reforzado su convicción de que el mundo está fallando. “Lo que estamos viendo es una fracción mínima. En el futuro, será una vergüenza colectiva haberlo permitido”, ha advertido Alicia.


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Tamarit también ha denunciado la pasividad de la Embajada de España en El Cairo, que ignoró los intentos de protección por parte de activistas retenidos. “Su respuesta llegó tres días tarde. Y además fue tibia. Se posicionaron en el lado equivocado de la historia”.


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Preguntada por la ambigüedad del gobierno español, que ha condenado a Israel mientras mantiene relaciones militares con el país, la activista ha sido contundente: “Los pueblos van por un lado, los gobiernos por otro. Hay intereses económicos demasiado grandes como para plantarles cara con valentía”.


A pesar de todo, Alicia no vuelve derrotada. “Me quedo con la esperanza de que somos más los que no miramos a otro lado. Compartí este camino con personas de todos los continentes. Hay una red internacional que se está tejiendo. La mayoría de la humanidad está del lado correcto, pero tenemos que alzar la voz”.


Su relato, cargado de crudeza pero también de coraje, termina con una reflexión que resume el espíritu de la marcha: “Puede que sintamos que no sirve lo que hacemos. Pero ante lo que está pasando, no podemos no hacerlo”.


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