MEDINACELI LÍRICO: UN LUJO CULTURAL QUE EL ALTO JALÓN Y LA PROVINCIA DE SORIA NO PUEDEN DEJAR ESCAPAR

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Tugores y figueroa

Miquel Tugores, presidente de DEARTE, junto a Federico Figueroa, director de Medinaceli LÍRICO


Anoche fui uno de los afortunados espectadores de la ópera Madama Butterfly. Y no, no fue en Madrid ni en Barcelona. Fue en Medinaceli. A muchos quizá les sorprenda, pero este tipo de espectáculos, que en las grandes ciudades forman parte de una programación anual o de citas esporádicas en capitales importantes, aquí se viven de una manera distinta: más cercana, más intensa, más nuestra. Ni siquiera sé si en la capital soriana se tiene la oportunidad de disfrutar de momentos así.


No soy un experto en ópera, y quizá por eso la viví desde la emoción pura. Igual que con los vinos, no me importa si es Rioja, Jumilla, Ribera o Calatayud: me gusta o no me gusta. Y lo de anoche me encantó. Más de 18 músicos en la orquesta, 35 personas sobre el escenario y una directora artística que también encarnaba a la protagonista. En total, más de 55 personas implicadas entre bambalinas y escena para dar vida a una producción de dos horas y media. Todo eso, en un pueblo de poco más de 500 habitantes, en pleno Alto Jalón. Sencillamente, alucinante. Y todo por 125 euros, un precio que en Madrid o Barcelona se ve ampliamente superado.


¿Y por qué tenemos esto aquí? La respuesta es sencilla: por la tenacidad de una persona, Miquel Tugores, capaz de ilusionar y reunir a quienes hacen posible este milagro cultural. Un Quijote del siglo XXI al que, como tantas veces pasa, quizá no se le reconozca en vida todo lo que merece, pero cuyo legado será recordado.


Sí, había sillas vacías. Algunos dirán que por el precio, pero ¿cuántas veces gastamos más en caprichos efímeros? Este es un lujo que tenemos a pocos pasos, y que si se celebrara en Soria capital llenaría hasta la última butaca. Lo que no se ve, no existe, y aquí tenemos algo que deberíamos mostrar con orgullo.


El Festival Medinaceli LÍRICO lleva ya doce ediciones, aunque en los últimos años ha reducido de dos a una sus funciones principales. Sospecho que el evento es deficitario, y si no lo es, solo puede ser gracias al esfuerzo descomunal de artistas y organización. No podemos permitir que algo así desaparezca por falta de recursos. Las instituciones tienen la obligación de apoyar la cultura en todas sus formas, y más aún cuando rompe barreras geográficas y demuestra que el mundo rural puede ser escenario de excelencia. Ayer, eché de menos ese respaldo institucional que en otros lugares se da por sentado.


Por eso, altojaloneros, os invito a apoyar estos eventos. Son escasos los lugares donde se puede vivir algo así, y lo tenemos a menos de 40 minutos de Alhama de Aragón, en el caso del Alto Jalón zaragozano; a menos de 20 de Arcos de Jalón en el soriano; o a otros tantos de un pueblo de la provincia de Soria como Almazán. Si no lo valoramos, acabará marchándose a un sitio donde las administraciones lo arropen sin reservas.


Me quedo con un momento: Un bel dì vedremo. La voz de María Ruiz hizo estremecer a todo el público. Un instante de belleza pura que nos recordó que la cultura, cuando llega, hay que abrazarla.


Ojalá el próximo año la Fundación DEARTE nos vuelva a sorprender… y que lo haga aquí, en nuestra casa.

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