SU FAMILIA
Anoche también fui el último en salir del tanatorio. El Tardío no tenía familia en el pueblo y muy poca fuera de Tapias. Solo se acercó su sobrina, de la que tanto hablaba, “mira que es resultante” decía. “Tiene tan buena salud por los torreznos mojados en leche y pan que le he dado cuando venía a visitarme”.
La sobrina del Tardío acudió con una pamela de flores más grande que la corona que el ayuntamiento regalaba a las personas pobres.
La sobrina del Tardío se fue del tanatorio moviendo el culo de torrezno de forma rimbombante. Adiós, muy buenas.
Valerio había nacido en 1939, con medio pueblo azul y medio rojo, teñidos todos de luto y miradas huidizas. No estaba muy claro qué día era su cumpleaños. Él siempre dijo que su madre lo parió una noche de luna llena, a finales de febrero. Cuando supo que los veintinueve de febrero solo aparecían en el calendario cada cuatro años, no lo dudó y al preguntarle qué día era su cumpleaños, él siempre respondía: “yo soy bisiesto”.
Fue el tercer y último hijo de la Áurea y el Dimas. La Áurea se murió de cólico miserere a los tres años de nacer él. Dimas era pastor y paraba poco en casa. La hermana mayor lo cuidó hasta que le salió un trabajo en la ciudad y se casó con un jardinero italiano y se marchó a Rimini para siempre.
Dimas era bueno, pero sin más posibilidades que darles de comer a sus hijos, que era más que suficiente en aquellos tiempos.
Su madre ya se daba cuenta de que su hijo no era como lo demás. Caminó más tarde, le costaba mantener el equilibrio y se comía palabras al hablar, además de tener un extraño ceceo siendo castellano por los cuatro costados. Su primera y más repetida palabra fue ci, por sí. Pero él me confesó que se escribía zi, con zeta. Extraños misterios del lenguaje del Tardío.
Cuando murió su madre, Valerio se acercaba al cementerio con su padre, y el rebaño de ovejas siempre a la vista en la loma cercana. Su padre rezaba un padrenuestro y Valerio acababa diciendo: zi. Y se iba a casa con su hermano y su hermana.
JALON
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