"HEMOS EMPEZADO A DAR UN PASO"

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Es la segunda vez este año que la Residencia Nuestra Señora de Bienvenida, de Monteagudo de las Vicarías, es noticia. De las dos, esta es la primera amable y distendida. Este centro, de gestión privada y concertado por la Junta de Castilla y León, está dirigido por Silvia Ortega, vecina de Arcos de Jalón y concienciada como nadie con las medidas de prevención ante la Covid-19 debido a las experiencias vividas. -"Cuando en Monteagudo tuvimos el primer positivo, el 26 de marzo, no había protocolos, equipo Covid-Residencias ni equipos de protección. Estabas más sola que la una"-, nos explica recordando la dureza de aquellos días, cuando decidió quedarse allí, junto con su gerente y cuatro gerocultoras, sin ver a su familia durante un mes entero, encerrada en la residencia atendiendo a los mayores porque -"era mi responsabilidad y también tenía miedo de poder contagiar a mi marido y a mis hijos"

Cuando saltaron las alarmas, la pandemia ya estaba extendida y se encontraron sin medios en una situación completamente nueva y desconocida. -"Las primeras mascarillas para el personal las tuvimos el 13 de marzo porque nos las donó un veterinario"-, explica Silvia, que recuerda cada detalle y cada gesto de quien les ayudó aquellos primeros días. -"Nos ayudó mucho el Samur de Madrid, que vino a echar una mano aquellos días, y la UME, que nos desinfectaban la residencia. También nos ayudó mucho la Guardia Civil, que nos trajo nuestros primeros buzos para entrar a atender a infectados. El Ayuntamiento y las asociaciones del pueblo jugaron un papel fundamental, ya que nos trajeron los geles hidroalcohólicos y gafas. Los CEAS de Arcos.... si algo saco positivo de todo esto es darme cuenta de lo maravillosa que es la gente. Estaría el día entero para nombrarlos a todos"-.

Condena a todo aquel que se salta las normas o no respeta las medidas de distanciamiento pero -"entiendo que la gente no tenga sensación de gravedad si no lo vive de cerca. Si no ves lo que te cuentan no te lo acabas de creer del todo"- . Ella sí ha podido saberlo y lo cuenta emocionada, porque todavía lo sigue viviendo a través de la memoria. -"No deseo a nadie lo que pasé, viendo morir a la única residente que lo hizo dentro de nuestras dependencias. No se fue sola, porque estuvimos acompañándola nosotras, pero no pudo venir su familia a decirle adiós, a decirle 'mamá estamos aquí, abuela estamos aquí'. Escuchar el llanto de esa hija al otro lado del teléfono dándote las gracias... Y su madre se fue, delgadita, tras muchos días agonizando. La gente no sabe lo agonizante que puede ser esta enfermedad. Se tardó tres meses en poder ir a su entierro"-. Y es por esto que es crítica con cómo la sociedad está viviendo la pandemia. -"Yo no necesitaba que esa mujer, que ya tenía más de noventa años, se muriera sin su familia, pero la gente sí necesitaba irse de vacaciones este verano. Este año no es el año de vivir, es el de sorbrevivir. Somos responsables de los demás con nuestro comportamiento".-

La vacuna llegó ayer a la Residencia nuestra Señora de Bienvenida -"entre resignación y algo de ver la luz al final del túnel"-, nos dice Silvia Ortega recordando que -"el día feliz para nosotros fue el 29 de mayo, cuando por fin nos dijeron que el brote se había extinguido"-. Aunque la apertura de las visitas del exterior les provocó algo de miedo, los semanales análisis reflejan que siguen libres de amenaza. -"Muchos como yo ya lo hemos pasado, pero cuando nos dijeron de abrir a las familias yo no quería. Por menos de nada nos vuelve a hacer daño. Hay que tener mucho cuidado".- Nos dice Silvia, que nos cuenta que sus residentes han recibido la primera dosis de la vacuna -"resignados y desilusionados al ver que esto va cada vez peor y así no va a acabar nunca. Con la vacuna hemos empezado a dar un paso."-

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