La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha anunciado el inicio de la puesta en carga del nuevo embalse de Mularroya, en Zaragoza. Este martes 1 de julio comenzaron las pruebas de funcionamiento del túnel de trasvase que derivará agua del río Jalón hacia el río Grío, donde se ubica la presa. Con esta operación controlada de llenado se da comienzo al embalse 17 años después del inicio de las obras, que arrancaron en 2008 y concluyeron en 2024.
El proceso de puesta en carga se realizará de forma paulatina (llenados y vaciados por etapas) y bajo supervisión técnica, siguiendo las Normas Técnicas de Seguridad de Presas. La CHE estima que esta fase de pruebas se prolongará alrededor de cuatro años antes de la plena entrada en servicio de la infraestructura, en condiciones de climatología normal.
Mularroya es una presa de materiales sueltos clasificada como gran presa de categoría A (la de mayor riesgo potencial). Se emplaza sobre el cauce del río Grío, formando un embalse con capacidad máxima normal de 96 hectómetros cúbicos, algo mayor a la de La Tranquera, por ejemplo, que es de 84,26 hm3. La presa ocupa terrenos de los municipios de Chodes, La Almunia de Doña Godina y Ricla, mientras que el vaso del embalse se extiende también por Morata de Jalón.
La obra incluye un túnel de trasvase de 13,37 km de longitud, que conecta el río Jalón –mediante el azud de Campiel, junto a la central hidroeléctrica de Embid de la Ribera– con el río Grío, cerca de la cola del embalse. En los últimos años se ejecutaron obras complementarias como el desvío de las carreteras N-II y A-2302, y está prevista la reubicación de un tramo del oleoducto Zaragoza-Rota que atraviesa el embalse.
Con una inversión total en torno a 154 millones de euros (de los cuales unos 130 ya estaban ejecutados a finales de 2022), el proyecto Mularroya se ha considerado estratégico para aumentar la seguridad hídrica y fomentar la agricultura de regadío en la región. Las autoridades hidráulicas destacan que esta obra de regulación hídrica fue concebida en el Pacto del Agua de Aragón de 1992 y declarada de interés general del Estado en 2001, integrándose en la planificación hidrológica nacional.
El objetivo principal del embalse de Mularroya es mejorar la garantía de suministro de agua tanto para consumo humano como industrial en su entorno, además de asegurar los caudales ecológicos de los ríos Jalón y Grío. Asimismo, permitirá consolidar y ampliar los regadíos en la vega del Jalón –añadiendo hasta 5.000 hectáreas de riego– al apoyar el sistema existente que forman otros embalses de la cuenca (La Tranquera en el río Piedra, Maidevera en el Aranda y Monteagudo de las Vicarías en el arroyo Monteagudo saliente del Nájima).
Los colectivos críticos con el proyecto sostienen que el trasvase de agua desde el Jalón y la construcción del túnel han dañado irreversiblemente acuíferos y manantiales en la comarca. Como prueba señalan la fuente natural de Paracuellos de la Ribera, que jamás se había secado en siglos y desde 2023 quedó completamente seca debido a las excavaciones de la tuneladora bajo la Sierra de Vicor. También varios pozos tradicionales en Paracuellos y El Frasno han perdido agua, algo que los vecinos ya advertían en las alegaciones pero que, afirman, fue ignorado.
Las plataformas denuncian que una vez operativo el trasvase, el caudal del Jalón aguas abajo (en la ribera alta de Zaragoza) se verá drásticamente reducido, poniendo en peligro la agricultura tradicional e incluso la supervivencia de los pueblos de una de las zonas más despobladas de Aragón. Aguas arriba, advierten que los usuarios del río Piedra (embalse de La Tranquera) quedarían supeditados a las necesidades de llenado de Mularroya, alterando el actual equilibrio de usos en la cuenca.
Otra de las preocupaciones de los opositores es la seguridad de la presa. Mularroya se ubica en un entorno con varias fallas sísmicas activas, lo que a su juicio incrementa el riesgo de movimientos de tierra que podrían comprometer la estabilidad de la obra. Dado que la presa es de categoría A (la de mayor riesgo potencial), una rotura catastrófica tendría consecuencias muy graves. Las asociaciones han alertado que, en el peor escenario, una falla en Mularroya podría afectar a localidades río abajo como Ricla, Calatorao e incluso a la ciudad de Zaragoza, situada a unos 50 km siguiendo el cauce del Jalón. Aunque este es un escenario extremo, los colectivos critican que no se haya atendido suficientemente a estos riesgos en la planificación.
Debido a esto, organizaciones ecologistas a nivel nacional han tildado a Mularroya de ser el “Algarrobico aragonés” –en alusión al famoso proyecto urbanístico ilegal en la costa de Almería–, por haberse construido desoyendo repetidas resoluciones judiciales y normativas ambientales.
Desde sus inicios, el proyecto de Mularroya ha enfrentado una férrea oposición social y ecologista. Diversas organizaciones –entre ellas SEO/BirdLife, la asociación local Jalón Vivo, colectivos como COAGRET e incluso administraciones locales– han alzado la voz contra esta infraestructura. Los detractores argumentan que el embalse conlleva graves impactos ambientales, riesgos geológicos y perjuicios socioeconómicos en la zona, y denuncian que su ejecución ha seguido adelante mediante una “política de hechos consumados” pese a numerosas sentencias judiciales en contra.
El embalse de Mularroya ha atravesado 17 años de trámites, paralizaciones judiciales y retrasos antes de llegar a su puesta en marcha. Un prolongado y controvertido proyecto que ya en 1992 se incluyó en el Pacto de Agua de Aragón como futura obra de regulación en la cuenca del Jalón.
No fue hasta 2001 cuando La Ley del Plan Hidrológico Nacional declara la presa de interés general del Estado y se redacta el proyecto técnico. Siete años después, en 2008, comienzan las obras de construcción de la presa y el túnel de trasvase. Todo ello no sin oposición vecinal y desde grupos ecologistas, que consiguieron solo un año después paralizar las obras. La Audiencia Nacional anuló entonces la autorización del embalse por sus impactos ambientales, al considerar que el proyecto deterioraría las masas de agua del Jalón y el Grío.
La batalla legal continuó con diferentes alegaciones que llevaron el caso en 2013 al Tribunal Supremo, que confirmó la nulidad dictada por la Audiencia y ordena paralizar las obras, al constatar incumplimientos de normativa ambiental (Directiva Marco del Agua, entre otros), y la construcción parecía que quedaría definitivamente detenida por esta sentendia. Pero no, pues dos años después, en 2015, y pese a las sentencias en contra, la Confederación Hidrográfica del Ebro reactiva el proyecto realizando modificaciones "in extremis" según las define SEO Bird Life. Mediante la aprobación de una nueva Declaración de Impacto Ambiental, obtuvo una nueva autorización para continuar las obras.
Ante el desenlace adverso en la justicia española (el Supremo permitió seguir adelante en 2022), los detractores han llevado su denuncia a instancias europeas. Izquierda Unida de Aragón, por ejemplo, presentó en 2024 una queja ante la Comisión Europea pidiendo suspender el proyecto de Mularroya por vulnerar la normativa comunitaria: recuerdan que la zona del embalse está protegida como ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) y que la obra incumpliría la Directiva Marco del Agua al deteriorar masas de agua sin una justificación válida. IU cuestionó por qué el Tribunal Supremo español no planteó una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de la UE antes de interpretar de forma tan laxa dicha directiva.
La Comisión Europea ha admitido a trámite la pregunta y deberá responder sobre el caso, manteniendo vivo el frente comunitario de esta polémica mientras el embalse comienza a llenarse entre la controversia, los aplausos de unos, las críticas y el temor de otros, y la economía tirando por la calle de en medio de la ecología una vez más, mientras tribunales, abogados y empresas deciden sobre el futuro de un pedazo de mundo rural en el Valle del Jalón.
JALON
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