MAS ALLÁ DEL MISSISSIPPI- ATECA, MOROS Y VILLALENGUA 1891,1892.

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Ateca es municipio del Alto Jalón en la provincia de Zaragoza... ¿Está usted seguro? Si esa pregunta la hubiésemos formulado a finales del siglo XIX, con los relatos que expondremos a continuación, seguro que hubiesen ubicado el pueblo más allá del Mississippi, en el Lejano Oeste. Quizás en Texas, Nuevo México, o en Arizona, o vaya usted a saber dónde. Y es que, salvando las distancias, la Ateca de 1891-1892, tiene bastantes similitudes con el imaginario que tenemos de los westerns norteamericanos.


A finales de mayo de 1881, el tren correo Madrid-Zaragoza fue asaltado, como en las pelis del oeste, en el túnel de la mina próximo a la estación de Ateca. Unos malhechores que se dirigieron al coche de segunda clase, donde iba un solo viajero, irrumpieron en el convoy hiriendo de arma blanca a este viajero. Siendo sorprendidos por otros pasajeros del tren, los delincuentes saltaron por la ventanilla. En el coche (vagón), dejaron un cuchillo, un pañuelo, una pistola y la factura de su compra, con el nombre y el comprador de dicha arma incluidos. ¡Pero a quién se le ocurre perpetrar un asalto y llevar los papeles de la pistola encima!


Así apareció la noticia por aquel entonces en el Diario de Burgos. Ya tenemos un asalto, con sus malhechores, sus pistolas,  y con los papeles en regla. Me da que en cualquier momento puede aparecer John Wayne en la narración pistola en ristre. 


Nadie mejor que Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, para escenificar la siguiente historia. En aquellos años, y sobre todo en las décadas posteriores, Ateca y demás pueblos de Aragón, hicieron del motín un arma recurrente. Había motines por los toros, los consumos, fiscales, anticlericales... a tal punto que unos años más tarde el alcalde, Pascual Floren, acude a Zaragoza ante el gobernador. Hasta cinco veces lo hizo para presentar su dimisión por estos motines. El hombre no podía más. Vamos, que entregaba la placa de sheriff (léase alcalde), tal y como comenta Francisco Martínez en sus Cuadernos de Aragón. Es sabido que Cooper renuncia finalmente por otros motivos, pero ya nos va bien para el desarrollo de la historia.


Pero volvamos a 1892. En el diario El Isleño (periódico científico, así se define), con fecha 26/9/1892, decía lo siguiente: "Lidiábase uno de estos últimos días un toro en la plaza, (de Ateca) y los mozos bajaron al redondel (ruedo), apoderándose del bicho, conduciéndolo a casa del alcalde, y lo subieron al piso principal". A diferencia de Gary Cooper, los forajidos los tenía el alcalde en su pueblo. Meterle un toro en la casa... ¡para haberlo matado!, pobre hombre... Desconocemos si el alcalde saltó por la ventana o no. Lo que sí sabemos es que el pobre toro fue asesinado en el lugar de los hechos.


¿Qué más echamos de menos en esta historia que sí encontramos en las películas del oeste? Ah claro, el whisky. Llegados a este punto, el lector se echará unas risas cuando se entere de que hacia 1890, había en Ateca seis destilerías de “espíritus" y una de tártaros. Aunque no estoy puesto, diría que el whisky es de la familia o pariente cercano. Con tanto licor “espirituoso”, no es de extrañar que el personal andase tan alborotado.


¿Y los indios y los confederados? Me vienen a la memoria aquellas batallas a campo abierto en las planicies norteamericanas, tan dramáticas por recrear, en muchos casos, sucesos reales; pero tan espectaculares por la escenografía en aquellos magníficos paisajes, donde indios y vaqueros se zurraban de lo lindo. Bueno, pues aquí en el Alto Jalón, la batalla campal debió tener lugar cerca del Manubles, que para nada desmerece, y que en su confluencia con el Jalón tantos disgustos han dado a los vecinos de Ateca. Por cierto, en 1882 también hubo inundación, pero centrémonos en la descomunal batalla que tuvo lugar entre moriscos. Nos referimos a los vecinos del puebo de Moros y el de al lado,  Villalengua en las fiestas de San Roque de 1892. Vamos todos cristianos y sin plumas.


Acudieron a la novillada 71 mozos del pueblo de Moros y a partir de ahí se produjo una ligera reyerta, con lucha, voceros, insultos, blasfemias y tiros. Sí tiros. Ya sólo faltan los caballos...  El Lejano Oeste en estado puro. Clar,o semejante follón terminó con veinticuatro detenidos en la cárcel de Ateca. Sólo encontraron dos heridos y ¡¡40 mujeres contusas! Aunque la cosa suena a risa, todo es rigurosamente cierto. La Morospedia o web de Moros así lo documenta. 


La cárcel es otro de los iconos del western, donde el delincuente intenta escapar a toda costa, como en el “Día de los tramposos”, película de 1970. No hay constancia de que los 24 detenidos se fugasen, pero no se engañe, apreciado lector, las fugas carcelarias en el Alto Jalón en aquella época, eran casi deporte nacional.


No hemos sido capaces de encontrar bisontes, otro de los emblemas de las películas del oeste, pero sí una pantera o hiena, merodeando en las cercanías de Ateca, según los diarios del momento. Pero me da que la pantera debía ser pariente del fantasmal cocodrilo del Duero de hace unos pocos meses...


Aunque nos hemos centrado en sucesos relativamente cómicos, la historia de Ateca es la de los grandes pueblos del Alto Jalón. Estas son solo algunas de las peripecias que se vivían en Ateca, Moros y Villalengua en 1881, 1882. Hemos tenido asaltos a trenes, tiros, motines, batallas campales, alcoholes varios y hasta una pantera a modo de bisonte. Lástima que el célebre Sergio Leone, director de tantas películas del oeste, rodadas en Almería, no estuviese al corriente del ambiente vaquero que se vivía en Ateca en aquellos años. Una pena, habrían quedado estupendas esas películas en la Sierra de Armantes...  

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