UNA PRISIÓN DE LUJO – JARABA 1942-1944

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Se calcula que unos 3000 británicos y americanos fueron detenidos en el campo de concentración de Miranda de Ebro, en ellos están incluidos los trasladados a los balnearios de Alhama y Jaraba, durante la Segunda Guerra Mundial. Generalmente solo los oficiales eran trasladados a los balnearios aragoneses.

Hemos de tener en cuenta que a Miranda llegaron polacos, judíos, belgas, franceses, etc., que en el momento de la detención se hacían pasar por británicos, para obtener la protección de la embajada británica.

Muchos de esos prisioneros huían o habían escapado de campos nazis, cruzar la frontera española era en muchos casos la delgada línea entre la vida y la muerte. Entre la gente que huía había personal militar, pero muchos civiles.

Cuando cruzaban la frontera eran interrogados por las autoridades españolas, y los prisioneros no podían dar información alguna sobre su grado militar, forma de cruzar la frontera o cualquier otro dato, sabedores que la Gestapo y demás servicios secretos alemanes, gozaban de muchas facilidades en suelo español para repatriar o requisar información.

Digamos que no dar información los llevaba a la cárcel en España y de alguna manera les salvaba la vida al no caer en manos alemanas.

Las presiones de las autoridades inglesas y americanas hacían que los detenidos no pasasen, generalmente, más de cuatro meses detenidos.

Pero ¿Cuál era el régimen penitenciario en los balnearios?

El punto siete de las instrucciones militares nos dice como era el “encierro" en Jaraba:” El régimen a seguir será el de libertad absoluta durante el día, con prohibición de alejarse más de 500 ms del balneario”. ¿Conoce Jaraba, amigo lector?, le recomiendo una visita. Recuerdo una ruta en bici de Jaraba a Calatayud, no había forma de dar la primera pedalada, salir de aquel paisaje tan precioso, hacia duro comenzar la etapa. Imaginen el “castigo" que suponía no alejarse más de 500 m para aquellos ilustres reclusos.

La alimentación de los generales y oficiales correspondía a los propietarios de los balnearios a los que se abonaba 15 pesetas por interno. A las 8 de la noche los prisioneros tenían que volver a sus habitaciones. Aunque antes de entrar en el balneario los presos debían prometer que no iban a fugarse, las fugas eran bastante frecuentes.

Los representantes diplomáticos estaban en permanente comunicación con los prisioneros, aunque más realista sería llamarles huéspedes. Estos mismos representantes los conducirían a Gibraltar y Lisboa para su repatriación, al tiempo de ser liberados.

Al llegar a suelo británico los liberados eran interrogados por el servicio de inteligencia. Churchill estuvo muy preocupado por mantener la neutralidad de España en la Segunda Guerra Mundial. El trato dado a los prisioneros era un buen termómetro para valorar las relaciones entre España y Gran Bretaña.

¿Qué contarían aquellos prisioneros del balneario de Jaraba al momento de su declaración?, no lo sabemos, pero estamos seguros de que su estancia en este bonito pueblo les marcó y para bien. Prisioneros, pero de lujo.

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