CAPÍTULO 7: UN PUEBLO PREOCUPADO

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VII  UN PUEBLO PREOCUPADO



Tom Benet desmontó de su yegua frente a la herrería de su amigo Fredi. Su cara reflejaba una evidente preocupación.

- Siempre hemos sido amigos, Fredi, y he de ser sincero contigo porque quizá necesite tu ayuda o, al menos, alguien debe saber la verdad. Jeremy es demasiado viejo para conocer los aterradores hechos que acontecen.

El herrero fue cambiando el tono encarnado intenso de su cara al blanco pálido a medida que su amigo le contaba lo sucedido con los lingotes de oro del atraco al banco.

- ¿Y tienes los lingotes ahí, en ese lugar?

- Lugar seguro precisa el oro, amigo.

- Ya imaginaba que Baxter manejaba asuntos muy feos por el pueblo en connivencia con el sheriff Turner, pero no me lo esperaba de Leiton.

- Es un convidado de piedra. No supo decir no a tiempo y ahora es demasiado tarde. Demasiado tarde para todos ya.

- Si con ese dinero pensaban comprar los ranchos… Ahora, ¿de dónde lo van a sacar?

- El seguro del banco, aunque creo que esconden alguna carta bajo la manga.

- ¿Tú crees, Tom? Vuestros suelos están repletos de petróleo, eso es lo que pretenden adquirir a cualquier precio. Vende y vete lejos. Y por Jeremy no te preocupes, aquí mismo en la herrería podría vivir, la fragua es espaciosa…

- ¿Acaso crees tus propios consejos, Fredi? Me conoces desde niño y sabes que no contemplo la injusticia en ninguna de sus vertientes.

- Me lo temía…Pero ellos pueden vender sus ranchos si lo desean. Te quedarás solo ante Baxter y…

- Hace un momento me ha visitado la viuda Aspen, atemorizada, y no es para menos. Le han desaparecido misteriosamente un par de decenas de ovejas y lo mismo le ha sucedido al bueno de Joe Plomo. También me ha llegado la noticia de que los Martínez venderán el rancho inmediatamente.

- Lo extraño es que no te hayan visitado a ti aún.

- Eso temo, pero entra dentro de lo probable, y más pronto que tarde lo harán.

- ¿Quieres que te acompañe a La Suerte? –preguntó el herrero con cara de preocupación.

- No, tan solo he venido a contarte lo sucedido, para que seas testigo de la auténtica verdad.

- ¿No sería mejor contárselo a los federales? Está por ahí un teniente y su acompañante elaborando el informe del robo al banco.

- Nunca creerían la historia y, tal vez, Lex Baxter me mandara meter una bala por la espalda a los dos minutos de enterarse. Desde luego que dispone de empleados muy capaces de ello.

El herrero se desprendió de su ropa de trabajo y propuso a su amigo:

- ¿Quieres que vayamos a ver el concurso de tiro? Está a punto de comenzar. Y mañana será la gran carrera de caballos, ¿te has decidido ya a participar?

- Creo que no lo haré, pero… se lo propondré a la joven Penny, mira qué porte lleva con su caballo. Recuerdo que desde niña ya era buena jinete.

La joven y guapísima Penny pasó montada a caballo enfrente de la herrería. Ambos amigos echaron por un instante la vista hacia la amazona y regresaron a la conversación.

- ¿Se lo propondrás? –quiso saber Fredi.

- Con ese caballo jamás ganaría. Y no es mal animal…

- ¿Acaso crees que puede ganar una mujer? Sería la primera vez…

- Siempre hay una primera vez para todo. Voy a hablar con ella en cuanto me sea posible.

- ¿No te reconocerá?

- Hay que arriesgar o no se gana, Fredi. Vamos a ver ese concurso, creo que me vendrá bien un poco de diversión.

- Sabes que estoy contigo, Tom, y guardaré el secreto como el fuego guarda los secretos del hierro forjado.

***

Los hombres del equipo de petroleros de Baxter compitieron y ganaron en todas las especialidades. Los dos que se habían peleado en el salón ante la presencia de Tom, Albert y Harper, hicieron gala de rapidez y habilidad con el colt, el rifle y el cuchillo, pero Calvert fue el más laureado y claro vencedor del concurso. Cada vez que ganaba una prueba echaba dos miradas inquisidoras: una más suave, pero no exenta de arrogancia, a Penny Leiton, a quien a buen seguro quería impresionar; la otra mirada, más ruda y plena de prepotencia iba dirigida a Tom. Este aplaudía y expresaba un asombro más fingido que real. Las miradas de Penny y Tom también se cruzaron en varias ocasiones provocando rubor en ambos jóvenes. Sin duda, una evidente atracción se había adueñado de ellos.

Sanguinario Cabrera no quiso faltar a la exhibición de poderío de sus compañeros y realizó algunos ejercicios de habilidad con su látigo que levantaron innumerables muestras de sorpresa y aplausos entre el público.

- ¿Todavía no has decidido vender las tierras, Tom? Esos son malos clientes para un hombre solo –se expresó Fredi.

- Creía que éramos dos…

- Yo solo he golpeado a mis yunques, Tom, lo sabes de sobra.

- A veces no es necesario hacer alardes de fuerza. Cuando alguien quiere demostrarse poderoso ante los demás… esa misma fuerza es su debilidad.

- No te entiendo, Tom, pero estaré a tu lado, aunque sea para enterrarte.

- No es poco, Fredi, pero antes debo hablar con alguien sobre caballos, mira quién ha decidido dar un paseo…

Penny Leiton montó en su caballo y salió al trote por una de las calles perpendiculares a la principal tras haber presenciado el concurso.

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