EPÍLOGO

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EPÍLOGO



Nunca antes una mujer había ganado la gran carrera anual. Penny Leiton consiguió no solo hacerlo, sino desmitificar la supremacía de los hombres montando a caballo, en este caso, en yegua: Mikado.

Tom vitoreó el triunfó de su amada junto a su amigo Fredi y la algarabía general que supuso el triunfo de la mujer.

- Bravo, Penny , lo has conseguido.

- Nunca hubiera ganado sin Mikado, es una yegua extraordinaria.

Los dos se abrazaron ante los aplausos y hurras de los asistentes.

- Muchas cosas cambiarán en Arcobriville, amigo herrero. Y todo, gracias a ti y a la primera vez que sacaste a relucir tu fuerza, no exenta de astucia. Todo el pueblo pudo comprobar cómo levantabas a Baxter como si fuera un pelele. ¡Y menos mal que no le golpeaste con el martillo que llevabas preparado en el cinturón!

- ¡No seas exagerado, Tom! Por cierto, ¿cómo estabas tan enterado de los planes del ferrocarril a su paso por el pueblo?

- Muy sencillo, mi último trabajo fue de dinamitero para el Grupo Ferroviario. Desde el Río Blanco hasta aquí usé tanta dinamita para construir túneles y domar la montaña que podría haber volado medio condado. Si estás atento y escuchas más que hablas, sueles enterarte bien de todo.

- ¿Y cómo supiste que la muerte de Gus no fue accidental?

- También fue sencillo. Mikado albergaba esas postas en su hocico porque alguien había disparado, no para matar a mi hermano ni al animal sino para asustarlo y que desmontara a Gus. Luego no sería difícil arrojarlo a las vías para que lo arrollara el tren correo. Al pasar por el mismo sitio del supuesto accidente, Mikado rehusó y se mostró nerviosa, como si me quisiera decir algo. Después, los acontecimientos me dieron la razón. Mi hermano fue de los primeros en ser tentados para la venta del rancho y como observaron su gran terquedad, no les quedó más remedio que eliminarlo. Con mi anciana madre y Jeremy al frente de la propiedad, no tendrían mayor problema para comprar.

- Has dado una lección a todo un pueblo.

- Solo he seguido mis tres máximas en la vida: si no es tuyo, no lo cojas; si no es verdad, no lo digas y si no está bien, no lo hagas.

- Todos estamos en deuda contigo. Por fin el pueblo contará con un buen representante de la ley; el sheriff Turner ya no luce la placa. Y Leiton ha tenido la fortuna de recuperar el cargamento de oro, así que no irá a presidio. El teniente de los federales ha sido comprensivo con la situación. Ahora podrás vivir felizmente con Penny en tu rancho –acabó diciendo el herrero.

- Sí, es hora de vivir tranquilamente en Arcobriville. Todo está pagado y saldado en este pueblo. La Suerte tenía un precio…

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