LA EXPOSICIÓN DE CHICAGO - VALTUEÑA 1893

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La ciudad de Chicago celebraba en 1893 su Exposición Universal o Colombina, para conmemorar los 400 años de la llegada de Colón a tierras americanas. Era la mayor exposición concebida hasta la época, que ocupaba unos terrenos pantanosos junto al lago Michigan. Durante seis meses, desde el 1 de mayo hasta el 30 de octubre de 1893, 51 países presentaban sus avances agrícolas, industriales, artísticos y culturales, en un total de 214 edificios y pabellones.

El pabellón de España era una copia del edificio de la Lonja de Valencia, obra del arquitecto Rafael Gustavino. Para la ocasión, en Barcelona se construyeron réplicas de las carabelas Pinta y Niña, y en San Fernando la Santa María, que cruzaron el Atlántico (con ayuda) y estuvieron presentes en Chicago durante la exposición.

Dentro del Grupo 8, bajo el epígrafe "Té, café, especias, lúpulo y vegetales aromáticos “del Catálogo Oficial de la Exposición, aparecen los 38 expositores españoles.  De estos, 8 exponen el azafrán como producto estrella. Todos con nombres propios, como Tomás Luján de Motilla del Palancar (Cuenca) o Jacinto Fernández de Villarobledo (Albacete).

De los ocho, dos sorianos: David Ramos Beltrán, de Chércoles, y un pequeño pueblo de la provincia de Soria que aparece en el Catálogo Oficial de la Exposición como "Corporation of Valtueña, Province of Soria".

El Ayuntamiento de Valtueña se presentaba en una exposición mundial con más de 27.000.000 millones de visitantes y 65.000 expositores. En dicha exposición, se presentó un aparato que hoy conocemos como lavavajillas; el presidente norteamericano Grover Cleveland pulsó un botón y por primera vez en la historia 100.000 bombillas iluminaron la exposición, imponiéndose la tesis de Tesla sobre la de Edison; y or primera vez, se inauguraba una gigantesca noria que no se utilizaba para mover agua, sino personas. Y sí, en medio de aquella grandiosidad, allí se encontraba el humilde pero exquisito azafrán de Valtueña en el Pabellón de España.

No era tarea fácil transportar al otro lado del Atlántico los productos que se iban a exponer y las personas que viajarían. Hacia 1892 ya se gestionaba el traslado de productos, y desde los puertos españoles salían los barcos, que generalmente hacían escala en Nueva York o proximidades, y continuaban viaje a Chicago.

En 1892 se publicó en la provincia de Cuenca los requisitos e instrucciones para todo lo concerniente a los expositores que envíen productos a la exposición y las correspondientes “tarifas" para el transporte y almacenaje. Los expositores españoles, entre ellos el ayuntamiento de Valtueña, tuvieron que rascarse el bolsillo o ingeniarse algún método para cubrir los grandes gastos que significaba exponer tan lejos de España.

Aquella exposición dio a conocer al mundo el azafrán de Valtueña, toda una proeza para un pueblo tan pequeño. Pero además, fue premiado por los jurados con una medalla de bronce y abrió las puertas a más condecoraciones, como la medalla de plata de la Exposición de París de 1902.

A fin de cuentas, se premiaba la exquisitez de un producto, el azafrán, del que ya hay constancia documental en la zona, en las Actas Capitulares de la Catedral del Burgo de Osma, allá por 1611.

Las famosas medallas que premiaron el buen azafrán de Valtueña colgaban, según me cuentan, en el ayuntamiento de la localidad, hoy perteneciente a Monteagudo de las Vicarías.

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