¡EDMUNDO ESTÁ LOCO!

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Edmundo Roblazo vive en Utrilla, tiene 94 años, padece alzheimer desde hace siete.

Edmundo Hortal vive en Ariza, acaba de cumplir 44 años, nació con Síndrome de Down.

Edmundo Romano sufre trastorno generalizado del desarrollo, detectado a los tres años. Ahora tiene once. Es vecino de Medinaceli.

Edmundo Bubi vive en Bubierca con su hermana gemela, Bibi, no tienen más familia. Él fue incapacitado hace tres años. Ambos tienen 90.

Edmundo Jalón vive en Arcos, padece la enfermedad rara denominada Maullido de Gato. Tiene 53 años y vive con su padre y su madre, que rondan los ochenta.


Ahora, todos ellos, sus familias… deberán actualizar su situación como personas con incapacidad (que tampoco sé bien cómo se denomina ya). Esta actualización conllevará muchos trámites, que es imposible que puedan realizar sus familias sin ayuda de asistentes sociales o ingenieros informáticos. Están obligados a llevar abogado y procurador al procedimiento. La mayoría de estas personas no tienen recursos económicos y tendrán que solicitar la llamada “justicia gratuita” (que será como comprar el mollete para la merendilla, claro, jejee) para que, finalmente, en la forma que se decida, sean valorados, de nuevo, otra vez más, además de haber sido estigmatizados de por sí por la sociedad, insisto, nuevamente valorados por un forense y un fiscal.


Colapso en la administración. Colapso para las familias de Edmundo que, tal vez, incluso por videoconferencia desde la resi de Arcos, Torralba, Monteagudo…tengan que decirles: “mira a la cámara Edmundo, saluda”.  Y Edmundo, cansado de juicios, solo quiere ya tomar el sol.


¡Pero qué manera de complicar Edmundo! ¿Habrá un caso en toda España que, como nuestros Edmundos y Edmundas del Alto Jalón, sean “desincapacitados”, hayan vuelto a leer a Delibes, conducir el tractor, vendimiar y hacer vino, ir al cine (que no hay), echar una quiniela… Lástima de abogados, procuradores, fiscales (que poca culpa tenéis de que os toque semejante bochorno), padres de la ley (de esta parte de la ley)… Al tiempo, todos o muchos cumpliréis los noventa, salud para recordar la aberración.


¡Edmundo está loco! –diríamos en los setenta.



Y casi mejor así.


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