CUANDO LAS LUCES SE APAGAN

|

DSCF4368


Cuando las luces se apagan, cuando las sombras, o quizá la niebla, se adueñan de las calles, cuando se desmonta el escenario de las irremediables vanidades, cuando el tiempo nos remite a un solitario destello en el recuerdo, cuando todo ha parecido un dulce sueño, cuando el inexorable tiempo nos devuelve a nuestros quehaceres cotidianos, ese tiempo pétreo vaya arrugando hasta la memoria, entonces es cuando debe aflorar el agradecimiento mayúsculo y auténtico. Que no se me olvide, o que no se le olvide a alguien recordármelo. Mientras todo se difumina en la paleta de color del último estertor del otoño, pongo mi foco en los jalones ganadores, los que no salieron a la luz, pero que brillan, sin duda, tanto o más que los premiados: Octavio Gómez, Medinaceli Lírico, Ayuntamiento de Nuévalos, ¿Por qué no en Torrijo?, Carnicería Riosalido, Vinos Atecca, Laura Lacarra, Chus de Miguel, Comarca Comunidad de Calatayud, Monasterio de Piedra, Saminhaan de Monteagudo, La hora del vermut de Ariza, David Traid, Tania Fuentes, Jorge Mariscal, Joaquín Ibáñez… Y, cómo no, doña Maruja Gallego, que escribe a diario a sus más de ochenta años, Jalón de Plata merecido, señora. Y Fran Álvarez fue la estrella conductora, pero en la sombra estaba su adn, doña Pepa Marín.


Peri, el cernícalo de María Reinoso, no quiso volar porque le deslumbraba tanta luz, un sabio animal que nos recuerda que el último resplandor alumbra a las personas anónimas que entre bambalinas hicieron posible que Arcos de Jalón brillara como epicentro cultural de la comarca del Alto Jalón.


Cuando la luces se apagan…


Comentarios