CÓMO IDENTIFICAR Y PONERLE NOMBRE A LAS EMOCIONES: SORPRESA Y ASCO

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En el artículo anterior vimos que identificar y poner nombre a nuestras emociones es una de las herramientas imprescindible de aprender a manejar para tener bienestar emocional. Se trata del primer paso, porque si no sabemos identificar lo que sentimos, va a ser imposible gestionarlo...

Vamos a ver una por una, las emociones más importantes y a conocer cuáles son los sentimientos y comportamientos que generan. Dichos comportamientos y sensaciones, como si de síntomas se tratarán, nos ayudarán a desvelar qué emoción se esconde detrás.


Esta semana nos ocuparemos de la Sorpresa y del Asco emocional. Y en artículos posteriores del Miedo, Ira, Alegría y Tristeza.


Sorpresa: Esta emoción es la más sencilla de identificar. No la podemos evitar y si no la tuviésemos, tampoco tendríamos cosquillas (cuando otra persona nos las hace, no podemos predecir el recorrido del movimiento, nos genera convulsiones y nos reímos por estrés. Por eso no funciona el hacernos cosquillas a nosotros mismos).


La sorpresa es una emoción súbita que aparece ante una situación que no se espera. Entonces, cuando aparece, nuestro cerebro hace que nos concentremos en aquello que nos sorprende y se vincula rápidamente con otra emoción (ira, miedo, alegría, etc.) para que podamos reaccionar lo antes posible.


Por ejemplo, si estamos cruzando una calle y nos sorprende un coche que no hemos visto, al sorprendernos, dejamos de pensar en lo que teníamos ocupada la mente, se nos olvida, para concentrarnos en el coche. Y después de la sorpresa, llega el miedo a lo que podría haber sucedido...  


Pero cuando la sorpresa es muy grande y negativa, puede producir tal dolor emocional que deriva en un trauma, incluso puede llevar a un estado de shock, cuando el paso a otra emoción se retrasa en el tiempo.


Asco Emocional:  Es la respuesta emocional causada por la repugnancia o rechazo que se tiene a alguna cosa o por una impresión desagradable. El asco es una emoción básica y adaptativa, pues nos ayuda a asegurar nuestra supervivencia. Así, el Asco Emocional se activa como rechazo ante determinadas personas que no sienten o piensan de la misma forma que nosotros, ocasionando prejuicios. Por ejemplo, cuando pensamos algo tipo “hay que ser tonto para ser de ese equipo de futbol”, “para vestir de esa forma” o “para votar a ese partido…”, entonces es el Asco emocional, mal gestionado, el que está actuando.


Esto significa que la sociedad en la que vivimos no contribuye a que gestionemos bien esta emoción, al contrario, contribuye a normalizar las “etiquetas” y los prejuicios, cayendo en la trampa de la radicalización: “O piensas como yo, o te veo como una amenaza que tenderé a querer destruir” …


Una vez identificados este tipo de pensamientos o comportamientos de rechazo, por el mero hecho de que alguien piense, sienta o sea diferente a nosotros, debería hacer saltar todas las alarmas, porque, esta emoción, mal gestionada es muy peligrosa y está detrás del maltrato, del acoso, de la discriminación, etc.


Pero, ¿no os parece una contradicción? Por una parte, queremos acabar con el maltrato, con los prejuicios, luchar por los derechos de igualdad de oportunidades, por la integración, etc. Y por otra la sociedad donde vivimos potencia la alteración del Asco emocional, que favorece precisamente todo por lo que estamos luchando…


Tal vez la solución está en empezar a enseñar a no normalizar la mala gestión de esta emoción y a ser capaces de equilibrarla hacia el respeto a cualquier ser humano.


¿Has identificado en que situación se encuentra en ti, esta emoción?




Montse Martínez. Formadora y Máster en Psicoterapia e Inteligencia Emocional.

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