Hace justo un año, aprendí una de esas palabras que desearías que no existieran, porque las palabras se crean para designar una realidad, y la realidad que describe esta palabra no es precisamente grata.
El 18 de julio de 2022 se declaraba un incendio en las inmediaciones de Bubierca y a mí, al igual que a muchos de vosotros, se me partía el alma ante la impotencia de ver cómo las llamas destruían el bosque. Después del impacto emocional, vino el miedo, por supuesto, porque las llamas se nos acercaban.
El verano pasado empezó en mayo y todo julio fue una gran ola de calor. A 40 °C no se debería estar trabajando con maquinaria, y con la alerta activada, aunque en esta comunidad autónoma no fuera ilegal, se había pedido no trabajar en el monte a partir de mediodía.
Pero hubo una empresa que decidió seguir trabajando, una empresa que provocó un desastre medioambiental que se podría haber evitado. La ironía del asunto es que la empresa estaba plantando árboles.
Ecoblanqueo o lavado verde en castellano, greenwashing en inglés, es una estrategia que usan algunas compañías para dar una falsa imagen de respeto por la naturaleza cuando en realidad sus prácticas son muy contaminantes, y, por lo tanto, nada tiene que ver con el ecologismo. La Fundéu nos da otras alternativas como «ecopostureo» o «impostura ecológica», pero el diccionario de la RAE todavía no tiene registrado el término. Sería bonito que desapareciera pronto de nuestra realidad para que no hiciera falta ya incluirlo en el diccionario, ¿verdad?
Noemi Risco
JALON
NOTICIAS.ES
Comentarios