Con su sonrisa del niño bueno que es más bien pillo
y después de pegarse un día en el lago de Alhama cual bañista,
ha llegado a La cena de los idiotas, el arcobrigense Antonio de Benito,
como si en una noche de sábado en verano, bajase las escaleras de La Pista.
Bien enfundado el polo,
el bronceado a la vista,
peinado... de cualquier modo
pues con amigos es la cita.
De Arcos me gusta todo, pero especial su repostería.
Antonio, como no podía ser de otro modo,
nos deleita el paladar con un milhojas tan brutal
que nos lo hemos comido todo...
y eso que no era esta su idea original.
Ni costrada, ni su tarta de cumpleaños especial...
Hoy el plato del día era otro,
pero no pasa nada, nos ha gustado igual.
El Toñete, como le conocemos los amigos,
ha estado en su tónica habitual:
símpatico sin estallidos,
dulce sin empalagar,
grande y humilde al mismo tiempo:
otro Jalón de Plata le teníamos que dar.
Nos ha traído con él sus 300 libros.
Aú aú aú se oía mientras llegaba a la cena,
soltando uno tras otro esos espartanos soplidos,
del peso de tanto libro sobre el lomo
con los que no para de llenar bibliotecas.
Y con su paso por esta cena
queríamos averiguar
quién está tras tanto poema, cuento infantil y novela.
Toñete, Antuan, Antón, Antonio de Benito:
el de la caja de farias en la que se queman los malos momentos,
el de los haikus del Jalón y El misterioso balón,
el del pijama granate de la Janine que parece el del bisabuelo,
el de los musicuentos...
Todo eso da igual,
pues ahora nos hacemos una idea más clara
de que lo que él siempre será,
es el hijo de la Pascuala.
Fran Álvarez
JALON
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