Uno de mis veranos en Cetina, me advirtieron mis amigas que no saliera a la calle en Santa Ana porque tiraban unas cosas al pelo que se enganchaban y a una niña le habían tenido que rapar la cabeza al no poder quitárselas. En aquel momento no me planteé si se trataba tan solo de una leyenda rural o si me estaban gastando una broma, pero por si acaso, como quería conservar mi melena, durante unos años, si coincidía que estaba ese día en el pueblo, me quedaba a jugar en casa o por los alrededores, donde no había peligro.
Cuando me contaron la leyenda de la niña trasquilada, ni siquiera sabía lo que eran los cerones (esas cosas que se enganchaban al pelo) y un día alguien que llevaba uno pegado a la ropa, me lo enseñó. Parecía un erizo en miniatura, tenía muchos pinchos, y sin duda, procedía de una planta.
Cuesta encontrar la palabra «cerón» referida a una planta, en el diccionario general tiene otro significado. Sin embargo, gracias a la web biodiversidadnatural.org encuentro una ficha creada por una mujer de la provincia de Soria y allí aparece el nombre científico de la planta Xanthium strumarium. Según el Dioscórides, su nombre común es cadillo o bardana menor, pero siguen sin referirse a la palabra que yo oía de pequeña.
Entonces, doy con un folleto de la Diputación General de Aragón, donde se publica una colección de malas hierbas de primavera y verano, entre ellas se encuentra esta, y allí la llaman chachorrera, carruchero o cerón. En otro folleto de naturaleza aragonesa me vuelvo a encontrar con la palabra, lo que confirma una vez más que es propia de esta zona.
No he vuelto a oír hablar de nadie a quien le tuvieran que cortar el pelo por culpa de un cerón, pero sí me los he quitado alguna vez de la ropa después de pasear por el campo. Ojalá no haya ninguna niña hoy en día que tenga que sufrir el lanzamiento de cerones. ¿Te suena esta tradición o fue una tomadura de pelo?
JALON
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