El 16 de julio de 2005, España vivió el incendio más letal del siglo XXI. En el paraje cercano a la Cueva de los Casares, en Riba de Saelices (Guadalajara), una barbacoa dio inicio a lo que pronto sería conocido como el “huracán de fuego”: 11.000 hectáreas arrasadas y la pérdida de once vidas —nueve bomberos y dos agentes medioambientales— en una tragedia que aún hoy sigue marcando la memoria colectiva del país.
Entre los nombres de quienes lucharon contra las llamas está también el del único superviviente, Jesús Abad, vecino de Arcos de Jalón. Funcionario municipal, aquel día conducía un camión autobomba acompañando al retén de extinción de Cogolludo. Sobrevivió por puro instinto y porque el agua del vehículo le protegió de las llamas. Con graves quemaduras en brazos y rostro y costillas fracturadas, su testimonio estremeció entonces a toda España: “Sobreviví por las ganas de vivir, pero ahí, debajo del camión, pensaba que me moría. Todo ardiendo —incluso tú mismo—, sin aire, con el fuego asaltándote…”.
Este pasado sábado 23 de agosto, la XV Ruta Cicloturística y a pie organizada por la coordinadora Queremos Futuro volvió a recorrer, como cada año, parte del terreno devastado hace dos décadas. Más de 150 personas, muchas vestidas de amarillo en honor a los uniformes de los retenes forestales, caminaron y pedalearon por los parajes que fueron devorados por el fuego, recordando a quienes dejaron allí su vida.
En un alto del recorrido, los participantes se detuvieron ante el monumento erigido en memoria de los once fallecidos. Una estructura de hierro, a primera vista caótica, pero que encierra un simbolismo poderoso: once árboles, uno por cada vida truncada.
Monumento que mandó colocar Jesús Abad.
Lo mandó levantar Jesús Abad, que quiso transformar el dolor en homenaje. En su base, una frase en latín lo resume todo: Vita Mutatur Non Tollitur (“La vida no termina, se transforma”).
La vista hacia el valle refuerza el mensaje: pequeños pinos de un verde intenso crecen donde antes no había nada. Símbolo de que el sacrificio no fue en vano, de que la vida siempre regresa.
El incendio de Guadalajara no solo supuso una herida humana y ambiental irreparable. También marcó un antes y un después en la política española de prevención y extinción de incendios. De aquella tragedia nació la Unidad Militar de Emergencias (UME), hoy referencia nacional e internacional en la lucha contra catástrofes.
A pesar de los avances, las cifras actuales preocupan. La inversión en prevención ha caído más de un 50% desde 2009, mientras los incendios del presente verano han dejado las escenas más devastadoras de las últimas décadas. La oleada de incendios ocurridos en España sitúan al año 2025 como el peor de nuestra historia en cuanto a fuegos, después de que hayan ardido más de 400.000 hectáreas, de las cuales 350.000 se han quemado en las últimas semanas. El número total de fallecidos por los incendios forestales en 2025 suma ya 8 víctimas.
Por eso, veinte años después, la voz de quienes vivieron el horror sigue siendo necesaria: el testimonio vivo de Jesús Abad y la memoria de sus compañeros fallecidos recuerda al país que el fuego no perdona.
JALON
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