EL PUEBLO

|




El pueblo es sagrado. El lugar al que podrás volver aunque lleves años sin aparecer por allí. Porque  quizás lo dejaste tirado por la vida de ciudad y hacer un montón de planes con tus amigos cosmopolitas para recorrer el mundo, porque tu novi@ te hechizó y no había más lugar en el mundo que su elección, porque se te complicó la vida y llegaron las obligaciones, o quizás también la pereza y las excusas.
Y sin embargo, pasen los años que pasen, siempre te recibirá con los brazos abiertos. Todo seguirá igual y nada habrá cambiado demasiado (salvo alguna calle más asfaltada, alguna farola más y algún gato que otro por las calles).
El frontón, la iglesia, la fuente, todo seguirá en su sitio. Y revivirás los recuerdos. Recuerdos de cómo disfrutabas en el pueblo cada fin de semana que te traían tus padres, de tus primeras veces, primeras caídas con la bici, los primeros timbrazos por las puertas (sí esto también, hay que reconocerlo todo), los veranos con tus amigos jugando a polis y cacos y a liebre.
¿A quién no le suena eso de "Se renunciaaaaaaaaaa"?
Las tardes en el frontón, cuando venían los mayores y os echaban a pelotazos (hay que aceptarlo, esto siempre ha sido así, generación tras generación, una ley no escrita del pueblo). Las fiestas, las peñas, las primeras borracheras, los primeros amores.
Qué suerte que tenemos todos aquellos que tenemos un pueblo. Porque además de todo lo vivido, siempre nos quedarán ellos: nuestros AMIGOS del pueblo, nuestros fieles. Aquellos compañeros de vida que ante cualquier situación siempre estaban dispuestos a echarte un capote para que la vecina de turno no se enterara de lo que habías hecho y le fuera con el cuento a tu madre.
Muchos nos entenderéis. Lo vivido en el pueblo no se puede explicar con palabras, se siente. 

Una recomendación para todos aquellos que no tengan pueblo: ¡Echaros un novi@ con pueblo o haceros hijos adoptivos de cualquier pueblo! Os daréis cuenta que vuestra vida anterior no era completa.

Comentarios